"Con mi trabajo salvo vidas y eso me hace muy feliz". Por Susana Mendoza. elperuano.com.pe. 11/12/13. Perfil. Tiene 20 años en el Instituto Nacional de Salud (INS) y trabaja en la coordinación del Centro Nacional de Productos Biológicos. Luz Angélica García Peñaloza les extrae el veneno a las arañas para elaborar antídotos que salvarán vidas. ‘Deborah’ y ‘Pelusa’ hacen honor a sus nombres. Una es devoradora y la otra peluda. No son personajes femeninos de una serie de terror. No. Son dos tarántulas, aunque usted no lo crea. Su “mamita” Luz Angélica García Peñaloza nos explica que así las bautizó. Una es glotona y carnívora, se come un pericote blanco en tres horas, y la otra es peluda.
Su familiaridad con este tipo de arácnido es producto del trabajo que realiza. Ella labora en el área de artrópodos (arañas, alacranes, escorpiones) que pertenece a sala de Coordinación de Animales Venenosos del Instituto Nacional de Salud (INS). Su especialidad son las arañas, y su principal tarea es recolectar, criar y extraer el veneno, de un tipo especialmente peligroso, que sirve para producir el antídoto que controlará el destino letal de su mordedura: el suero antiloxosceles. Esa dama de ocho patas es la Loxosceles. Campos de cultivo Se le conoce también como la ‘araña casera’ o ‘araña violín’. Habita en las casas donde falta higiene y eligen como lugar de vivienda los rincones del hogar, les gusta la oscuridad, se esconden detrás de los cuadros, roperos o dentro de los clósets. “Ellas buscan abrigo”, señala con ternura Luz Angélica, y luego nos recuerda que son las estaciones de primavera y verano las épocas en las que causan más problemas a la gente, mientras que en las temporadas de invierno se refugian de las bajas temperaturas. Dos veces al mes sale con sus colegas a cazar arañas; las Loxosceles son unas de ellas. Viajan hacia los campos de cultivo ubicados en Cieneguilla, Santa Rosa de Quives y Santa Eulalia para buscarlas debajo de las piedras, troncos u hojarascas esparcidas sobre la tierra. “Seleccionamos a las Loxosceles adultas, las pasamos a cuarentena para extraerles el veneno, y a las juveniles las criamos. Las alimentamos dos veces a la semana, hasta que alcancen la adultez, con tenebrios o grillitos. Luego, les extraemos su veneno”, comenta toda científica, pero aparece un tono medio maternal cuando empieza a hablar de ellas. Su memoria trata de buscar una explicación por tanta pasión. Y recuerda la foto de Constantino García, su padre, jubilado del INS y encargado de criar serpientes. “Trabajó en el serpentario, y de niña yo veía cómo domaba a la chuchupe, una víbora de color pardo. Para mí era un valiente, lo admiraba”, comenta orgullosa. Esta técnica de laboratorio dice que con las arañas hay que mantener una actitud de respeto, no hay que tener exceso de confianza con ellas por más experiencia y entrenamiento que se posea porque son peligrosas, pueden morder en cualquier momento. “Por eso en la crianza es importante el manejo, hay que obrar con paciencia y rapidez”. Les tiene afecto. Y como toda madre cumple con estar pendientes de ellas. Selecciona su alimento, limpia su vellitos. “Son como mis hijas”, recalca. Hoja de vida Estudió en Instituto Politécnico Superior General San Martín. La formación básica la hizo en la I.E. José Olaya Balandra de Chorrillos. Promoción del 1983. Actualmente vive en Chorrillos. Desde muy niña se sintió atraída por los animales debido a que su padre trabajaba en el Instituto Nacional de Salud.