Smith mencionando la frase fundacional de la toxicología emitida por Paracelso: La dosis hace al veneno, se pregunta:  ¿Significa esto que podemos hacer una clara distinción entre los venenos y medicamentos, y aceptar acríticamente el mantra “natural = seguro"?. Y menciona ejemplos recientes de toxicidad previamente insospechada, como el caso de los ácidos aristolóquicos (que se encuentran en la planta del género Aristolochia) asociados a  nefropatía y, probablemente, cáncer renal. (Ver información de FDA: http://www.cfsan.fda.gov/~dms/ds-bot.html ). Esta información derivó en Australia en el estudio de productos herbarios de origen chino cuyos resultados fueron tranquilizadores en cuanto a la presencia de   ácidos aristolóquicos en general pero sin embargo, en algunos productos se encontró esta sustancia. Postula que sin querer ser alarmista, es perfectamente posible afirmar que algunas llamadas enfermedades "idiopáticas" podrían ser el resultado no reconocido  de la administración de medicamentos complementarios, prescriptos o no. Otra preocupación reciente es la hierba de San Juan (Hypericum perforatum) que algunas personas toman para la depresión. La planta contiene sustancia (s) que aumentan la producción de enzimas metabolizantes de drogas encontradas en el intestino y el hígado (en particular el citocromo P450 3A4A). Esto puede aumentar el metabolismo de algunos medicamentos sujetos a prescripción médica, lo que lleva a las interacciones que dan lugar a rechazo de órganos (ciclosporina), el empeoramiento del VIH-SIDA (indinavir), la ineficiencia de los anticonceptivos orales combinados y la hemorragia por  anticoagulantes (warfarina). También advierte en forma temprana lo que posteriormente se difundió ampliamente respecto a los riesgos de las bebidas mal llamadas energizantes y sus elevados contenidos de cafeina. Hace interesantes observaciones sobre las actividades regulatorias en cuanto a la eficacia de los medicamentos y su seguridad. En este segundo aspecto aclara que depende de las notificaciones que hagan los medicos de las mismas y que en el caso de las sustancias de tipo “natural” muchas veces ignoran el antecedente de su uso. Concluye diciendo:  Si el 50% de nuestros pacientes están tomando estos medicamentos, ni los pacientes ni los médicos pueden permitirse el lujo de ser ignorantes. La educación imparcial es necesaria para los profesionales de la salud y los consumidores por igual.