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Vinculan a inhibidores de la bomba de protones con mayor riesgo de ataques cardíacos

12 June, 2015
Vinculan unos populares antiácidos con un mayor riesgo de ataque cardiaco.nlm.nih.gov. 11/06/15. Pero no deje de tomar inhibidores de la bomba de protones por este estudio, aconseja un experto.Las personas que usan ciertos antiácidos durante mucho tiempo podrían experimentar un ligero aumento en el riesgo de sufrir un ataque cardiaco, sugiere un estudio reciente.Usando los expedientes médicos de casi 300,000 adultos de EE. UU. con enfermedad por reflujo ácido (generalmente conocida como acidez), los investigadores encontraron que el riesgo de ataque cardiaco se hallaba ligeramente elevado entre los que usaban inhibidores de la bomba de protones.Leer noticia con referencia al artículo original,  en inglés.Leer relacionado, Tomar omeprazol durante dos o más años:un 65% más de probabilidades de tener déficit de vitamina B12
Vinculan a inhibidores de la bomba de protones con mayor riesgo de ataques cardíacos
Omeprazol
Imagen de noticias HealthDayLos inhibidores de la bomba de protones son un grupo de antiácidos que incluyen marcas como Prevacid, Prilosec y Nexium. En 2009, eran el tercer tipo más común de medicamentos usados en Estados Unidos, dijeron los investigadores.

El estudio, financiado por los Institutos Nacionales de la Salud de EE. UU., no prueba que los fármacos provocaran los ataques cardiacos. Y los expertos se mostraron divididos sobre la interpretación de la conexión.

Otra clase de antiácidos llamados bloqueadores H2 no se vincularon con un aumento en el riesgo de ataque cardiaco, anotaron los autores del estudio.

Esos medicamentos incluyen marcas como Zantac, Pepcid y Tagamet.

Algunos dijeron que los hallazgos amplían la lista de riesgos vinculados con el uso prolongado de inhibidores de la bomba de protones.

"Son fármacos potentes, y ya sabemos que tienen efectos negativos", dijo el Dr. F. Paul Buckley III, director quirúrgico del Centro de Acidez y Reflujo Ácido Scott & White en Round Rock, Texas.

La mayoría de esos riesgos a largo plazo se relacionan con la supresión de los ácidos estomacales que logran los medicamentos, dijo Buckley, que no participó en el nuevo estudio.

Cuando los ácidos estomacales son bloqueados, el cuerpo es menos capaz de absorber ciertos nutrientes, como el magnesio, el calcio y la vitamina B12. Y los inhibidores de la bomba de protones se han vinculado con problemas como la pérdida de la densidad ósea y fracturas.

Ciertas investigaciones también han sugerido que los medicamentos pueden interactuar con el anticoagulante Plavix, reduciendo su efectividad.

Pero, en este último estudio, el vínculo entre los inhibidores de la bomba de protones y los ataques cardiacos fue independiente del uso de Plavix, señaló el investigador, el Dr. John Cooke, presidente de ciencias cardiovasculares del Instituto Metodista de Investigación de Houston.

Su equipo calcula que, en general, los usuarios de inhibidores de la bomba de protones eran entre un 16 y un 21 por ciento más propensos a sufrir un ataque cardiaco que las personas con reflujo ácido crónico que no tomaban los fármacos.

Cooke reconoció que ese vínculo no prueba causalidad. "Hay que tener cuidado con datos observacionales como estos", dijo. "Podría haber otras explicaciones".

Por un lado, las personas que toman inhibidores de la bomba de protones quizá tengan una peor salud que los que no los usan. Cooke dijo que su equipo no pudo tomar en cuenta la obesidad, ni la posibilidad de que algunas personas con un dolor de pecho relacionado con el corazón fueran tratadas erróneamente por reflujo ácido.

Cooke apuntó que investigaciones recientes en el laboratorio sugieren que los inhibidores de la bomba de protones pueden interferir con la función normal de los vasos sanguíneos, un mecanismo potencial mediante el cual los fármacos podrían afectar al riesgo de ataque cardiaco.

Pero un cardiólogo dijo que aunque el estudio es "interesante", no le convenció de que apunte a un riesgo por los inhibidores de la bomba de protones.

"Es una asociación, no causalidad", dijo el Dr. Venu Menon, de la Clínica Cleveland. "Y creo que es más probable que la asociación provenga de factores de confusión".

"Confusión" se refiere a esas otras explicaciones potenciales, como por ejemplo que los usuarios de los inhibidores de la bomba de protones tengan una peor salud que los no usuarios.

Menon dijo que un problema es que los hallazgos se basan en los expedientes de los pacientes, incluyendo las notas de los médicos. Ese tipo de información no es la mejor fuente para vincular un medicamento a un efecto negativo, apuntó.

Un estudio que siguiera a los usuarios de los inhibidores de la bomba de protones a lo largo del tiempo, y que rastreara de forma específica el riesgo de ataque cardiaco, ofrecería unas mejores evidencias, añadió Menon.

"No sería juicioso que los pacientes dejaran de tomar estos fármacos basándose en este estudio", dijo Menon.

Los tres expertos se mostraron de acuerdo en que algunas personas necesitan inhibidores de la bomba de protones, entre ellos los que tienen en realidad una enfermedad del reflujo gastroesofágico (ERGE) que provoque inflamación en la garganta.

En la ERGE, los ácidos estomacales se devuelven al esófago de forma crónica, provocando acidez frecuente y dificultades para tragar.

Pero muchas personas toman inhibidores de la bomba de protones por problemas menos graves, como una acidez ocasional que surge tras comer ciertos alimentos. Les podría ir bien con cambios en la dieta, perder peso o tomar antiácidos simples como Rolaids o Tums, planteó Buckley.

Cooke se mostró de acuerdo, y dijo que le preocupa el hecho de que los inhibidores de la bomba de protones estén disponibles sin receta. "Me preocupa que las personas los tomen por los motivos equivocados y durante demasiado tiempo", señaló Cooke.

Pero incluso cuando las personas necesiten inicialmente un inhibidor de la bomba de protones, dijo Buckley, pueden intentar ir dejando los fármacos de manera paulatina una vez sus síntomas mejoren. "Podemos pasarlos a un bloqueador H2", afirmó.

Buckley añadió que los usuarios a largo plazo deben preguntarle al médico si de verdad necesitan tomar ese medicamento.

El estudio aparece en la edición en línea del 10 de junio de la revista PLOS One.


Artículo por HealthDay, traducido por Hola DoctorFUENTES: John Cooke, M.D., Ph.D., chair, cardiovascular sciences, Houston Methodist Research Institute, Houston; F. Paul Buckley III, M.D., director, general surgery, Heartburn and Acid Reflux Center, Scott & White Clinic, Round Rock, Texas; Venu Menon, M.D., staff cardiologist, Cleveland Clinic, Cleveland, Ohio; June 10, 2015, PLOS One, online

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Leer también: Inhibidores de la bomba de protones. Omeprazol y otros antiulcerosos se asocian a mayor riesgo de infarto, Por Ángeles López. elmundo.es. 16/06/15.
  • Este grupo de fármacos se asocia con un aumento de hasta un 21% del riesgo de infartos
  • En España su consumo ha aumentado en más de un 500% en tan solo 12 años
  • El uso vinculado a la ingesta de AINES y una falsa seguridad, detrás de este aumento
Se toman para la acidez gástrica, como tratamiento o prevención de las úlceras causadas por fármacos o por el estrés, para las digestiones pesadas… El consumo de fármacos como el omeprazol y otros similares, incluidos dentro del nombre más técnico de inhibidores de la bomba de protones, se ha disparado en España y en el resto del mundo en los últimos años. Sin embargo, su consumo no está exento de riesgos. Frente a los ya conocidos, un estudio trae ahora otra relación peligrosa: una mayor probabilidad de sufrir infartos cardiacos.

Los inhibidores de la bomba de protones, como el omeprazol, bloquean la secreción de ácido en el estómago para reducir o eliminar el ardor o reflujo gastroesofágico. En nuestro país, entre el año 2000 y 2012, su consumo ha aumentado en más del 500%, según los últimos datos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, siendo mucho mayor que el de otros países europeos como Francia, Italia, Dinamarca o Noruega. Además, mientras que aquí el medicamento de este grupo más utilizado es el omeprazol en los países nórdicos es el esomeprazol o el lansoprazol. En España, "es el segundo fármaco más prescrito después del paracetamol y por delante del ibuprofeno", apunta Miren Morillas, vocal de la Sección de Riesgo Cardiovascular de la Sociedad Española de Cardiología.

Según diferentes trabajos, parece que hay una sobreprescripción tanto en el contexto hospitalario como en el ámbito de atención primaria. Un estudio, realizado en 2009 en la Comunidad de Aragón, detectó que el 37,6% de los pacientes a los que se les recetó este tratamiento tenían un riesgo bajo de sufrir los problemas que se pretendían prevenir con este medicamento, es decir, no estaban indicados. Otro, realizado por médicos de la Unidad de Recuperación Funcional del Hospital Fuenfría de Cercedilla, Madrid, analizó la frecuencia y adecuación del uso de estos antiácidos en mayores de 65 años ingresados en esta unidad. La mitad de los enfermos ya tomaba el medicamento antes de su ingreso, pero estos no estaban indicados en el 60% de los casos y en torno a casi un 80% de los que recibieron el alta se fue con una prescripción de estos fármacos que no estaba indicada en casi la mitad de ellos. "Mi impresión es que los pacientes tienen la sensación de que los inhibidores de la bomba de protones protegen de los riesgos asociados a otros fármacos y de hecho es difícil convencer a muchos de la suspensión de ellos…", explica a EL MUNDO Marta Neira Álvarez, geriatra y una de las autoras de este trabajo.

Por el abuso de estos fármacos tanto a nivel hospitalario como en atención primaria, "son precisos planes de actuación para reducir la prescripción inapropiada, evitando efectos secundarios e interacciones farmacológicas", afirman los autores de este estudio.

Riesgos en evidencia

A pesar de su amplia difusión -se estima que en todo el mundo se prescriben unos 113 millones de dosis al año lo que suponen unas ventas de 13.000 millones de dólares- omeprazol y similares no están exentos de riesgos. Su consumo diario durante dos o más años se ha asociado a un déficit vitamínico que, de no tratarse, puede derivar en daño neurológico. Diferentes estudios han mostrado un vínculo con un aumento de la pérdida de masa ósea y por tanto del riesgo de fractura, de infecciones intestinales y trastornos renales. Ahora, una nueva investigación, publicada en PLoS ONE vuelve a poner el foco en estos fármacos y los vincula con un mayor riesgo de infartos cardiacos.

Investigadores de la Universidad de Stanford (EEUU) han analizado 16 millones de registros electrónicos de 2,9 millones de pacientes para analizar si el uso de estos antiácidos estaba asociado con un mayor riesgo cardiovascular entre la población general. Estos expertos ya sabían, por un estudio de 2013 realizado por el mismo grupo y publicado en Circulation, que estos medicamentos alteraban el mecanismo de acción de otros fármacos que se administran en pacientes con problemas cardiovasculares para disminuir el riesgo isquémico, pero no estaba claro si afectarían a aquellas personas sin antecentes cardiacos.

Compararon a dos grupos de personas, las que tomaban inhidores de la bomba de proteones y quienes tomaban bloqueadores de H2 (otro tipo que se usan contra el reflujo) y analizaron la frecuencia de infartos entre estas personas. Tras analizar los datos, se observó que aquellas que toman omeprazol u otros antiácidos durante dos semanas (4.357 personas) tuvieron aumentado su riesgo de sufrir un infarto de miocardio entre un 16 y un 21%. "Nuestros datos demuestran que los inhibidores de la bomba de protones están asociados con un mayor riesgo de infarto en la población general, mientras que los bloqueadores H2, no", señala el principal autor del estudio Nigam H. Shah.

No obstante, los investigadores advierten de que este estudio no prueba la causalidad. "El diseño del estudio no determina la causa efecto", por esto en el futuro los investigadores esperan realizar un gran ensayo aleatorio para determinar si estos medicamentos son perjudiciales en una población más amplia de pacientes. "Creemos que el riesgo es real, y que se debería investigar", concluyen los investigadores.

Los resultados son importantes, explica Morillas, que también es cardióloga de la Unidad de Rehabilitación Cardiaca del Hospital de Galdakao-Vizcaya. "Es verdad que no se puede establecer una causa-efecto porque es un estudio observacional, pero la asociación detectada hay que investigarla porque apunta su mecanismo y por el uso generalizado de estos medicamentos".

Los investigadores creen que el omeprazol o similares puede reducir la producción celular de óxido nítrico de las células que recubren el endotelio, las paredes de los vasos sanguíneos incluidos los del corazón. Un menor nivel de óxido nítrico se ha asociado con problemas cardiovasculares.

"El óxido nítrico dilata las arterias coronarias. Su disminución genera estrechamiento de los vasos, roturas de la placa de ateroma e infartos. Por eso, administramos fármacos en la prevención secundaria que conllevan un aumento de los niveles de óxido nítrico", sostiene Morillas.

El estudio de 2013 "nos llevó a recurrir al big-data para intentar determinar si estos fármacos podría estar asociados con un riesgo elevado en todos los consumidores. Nuestro informe aumenta la preocupación sobre estos medicamentos -de los más recetados del mundo- porque pueden no ser tan seguros como anteriormente se había supuesto", afirma Nicholas J. Leeper, especialista en medicina vascular de Stanford.

Esa falsa seguridad es la que lleva a muchas personas a seguir tomándolos años después de que un médico se los recetara. "Se estima que en España entre el 8,5% y el 10% de la población lo toma diariamente, bastante más que en otros países de Europa. Aquí parece que se usan mucho para la dispepsia, pero para este problema no están realmente indicados. Además, se suele prolongar su uso en una úlcera, no se hacen ajustes de su dosis ni tampoco descansos… Esto hace que a veces, en un uso muy prolongado, al dejarlos de tomar de forma brusca provoquen rebrotes, es decir, un aumento del ácido gástrico", explica la vocal de la SEC.

La publicación de este y otros estudios ha generado preocupación entre los pacientes con problemas digestivos lo que ha llevado a la Sociedad Española de Patología Digestiva a trabajar en "un documento de posicionamiento sobre la seguridad de los inhibidores de la bomba de protones a largo plazo". Desde finales de 2014, un grupo de expertos de esta sociadad está recopilando información mediante una revisión de la literatura científica existente. El documento, ahora en fase de elaboración, se publicará en septiembre en la Revista Española de Enfermedades Digestivas. Mientras tanto, esta sociedad considera que los beneficios ofrecidos por estos medicamentos son más numerosos que los riesgos.

Para Morillas, la consecuencia del nuevo estudio estadounidense "no es tanto que no se puedan usar estos fármacos, sino que hay que utilizarlos bien, es decir, cuando estén indicados, durante el tiempo y dosis oportunos".

Causas de su uso excesivoComo apunta Miren Morillas, vocal de la Sección de Riesgo Cardiovascular de la Sociedad Española de Cardiología, se han detectado algunas posibles causas del consumo excesivo de inhibidores de la bomba de protones: – Se toman como prevención del efecto de los antiinflamatorios no esteroideos, su elevado consumo a largo plazo, conlleva un gran uso de los antiácidos. -El envejecimiento de la población. -El uso en indicaciones ‘poco precisas’ o incluso en afecciones gástricas menores… -Los tiempos de prescripción variables: para úlceras gástricas, 48 semanas; para duodenales, 24 semanas; para la erradicación del Helicobacter pylori, 1 semana; en la enfermedad de reflujo gastroesofágico, 48 semanas; en la prevención y tratamiento de úlcera gástrica y duodenal asociadas a AINES en pacientes de riesgo, 48 semanas; y en el control a largo plazo de la enfermedad por reflujo gastroesofágico, duración no definida.

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Ver video: El abuso del omeprazol podría aumentar el riesgo de infarto. TELETOLEDO NOTICIAS 
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