Un niño juega con dos perros callejeros en Katmandú. / CRISTINA HERRERO“El Gobierno local había iniciado una campaña para eliminar los perros callejeros. Colocaban en las calles cebos envenenados con estricnina [un pesticida], que les causaban convulsiones durante horas hasta la muerte. A veces organizaban batidas. Los agarraban con unas pinzas metálicas, les pisaban la cabeza y les inyectaban cualquier sustancia tóxica, desde agua con sal a lejía”, relata Pedraja, entonces estudiante de Veterinaria y hoy licenciada. Las autoridades mataban hasta 10.000 perros al año. Los cadáveres de los animales, continúa, se lanzaban a menudo al río Bagmati, de cuyas aguas depende la población del valle de Katmandú.
Estudiantes españoles tratan a un perro callejero en Katmandú. / LAURA CABALLERO