Además de al cáncer, la exposición al arsénico, plomo, cobre y cadmio, favorece la enfermedad cardíaca. abc.es. 30/08/18. Un estudio advierte sobre un grupo emergente de factores de riesgo con una alta prevalencia en las poblaciones de todo el mundo.La exposición a arsénico, plomo, cobre y cadmio se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y enfermedad coronaria, según un estudio publicado por «The BMJ».Ver noticia con referencia a los artículos originales, en inglés
(Sertox)
Río contaminado – WIKIMEDIA
En los últimos años, la exposición a metales tóxicos ambientales como el arsénico, el plomo, el cobre y el mercurio se ha convertido en un problema de salud mundial. El arsénico y el cadmio, por ejemplo, son carcinógenos conocidos, pero cada vez hay más evidencias de que la exposición a metales tóxicos puede ser un factor de riesgo independiente de enfermedad cardiovascular. Con el objetivo de determinar esta relación, un equipo internacional, dirigido por Rajiv Chowdhury de la Universidad de Cambridge (Gran Bretaña), revisó y analizó los resultados de estudios epidemiológicos previos que había analizado la asociación entre estos metales -arsénico, plomo, cobre, cadmio y mercurio- con la enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular y enfermedad cardiovascular. En conjunto identificaron 37 estudios publicados antes de diciembre de 2017, con casi 350.000 participantes. En total se identificaron 13.033 enfermedades coronarias, 4.205 ictus y 15.274 eventos cardiovasculares en todos los estudios. De acuerdo con estos datos, el arsénico era el más mortífero: su exposición se asoció significativamente con un riesgo relativo de un 23% mayor de enfermedad coronaria y de 30% mayor de enfermedad cardiovascular , pero no hubo evidencia de una asociación con el riesgo de accidente cerebrovascular. En cuanto al cadmio y al cobre, también se asoció con un mayor riesgo de enfermedad coronaria y enfermedad cardiovascular, mientras que el plomo y el cadmio se asociaron con un mayor riesgo de accidente cerebrovascular (63% y 72%, respectivamente). Por econtra, no se encontró que el mercurio se asocie con el riesgo cardiovascular. Los investigadores señalan que su revisión se basó únicamente en datos de observación, que podrían verse afectados por factores no evaluados, lo que hace difícil sacar conclusiones firmes sobre causa y efecto. Sin embargo, señalaque sus hallazgos «refuerzan la importancia (a menudo poco reconocida) de los metales tóxicos ambientales para mejorar el riesgo cardiovascular global, más allá de los roles de los factores de riesgo conductuales convencionales, como el tabaquismo, la mala alimentación y la inactividad». Además, concluyen que su estudio destaca la necesidad potencial de esfuerzos y estrategias adicionales a nivel mundial «para reducir la exposición humana incluso en entornos donde hay un nivel promedio de exposición relativamente más bajo (como en muchos países occidentales)». Por ello, solicitan la realización de un estudio más detallado «para caracterizar mejor estas asociaciones y evaluar la causalidad». En un editorial, María Téllez-Plaza en el Instituto de Salud Carlos III en Madrid, y sus colegas, coinciden en que los metales son una fuente importante pero olvidada de riesgo cardiovascular. Esta revisión, afirman en su comentario, es «una importante llamada de atención a un grupo emergente de factores de riesgo con una alta prevalencia en las poblaciones de todo el mundo». Dado que los metales se asocian con enfermedades cardiovasculares incluso a niveles relativamente bajos de exposición, «las estrategias de toda la población para minimizar la exposición contribuirán aún más a los esfuerzos generales de prevención cardiovascular», concluyen.