En su trabajo, publicado en la revista ‘Annual Review of Clinical Psychology’, los investigadores analizaron los resultados de más de 100 estudios sobre el dolor y el uso de sustancias. Luego, integraron estas dos líneas de investigación empíricas en un modelo recíproco en el que el dolor y el abuso de sustancias interactúan en la forma de un circuito de retroalimentación positiva.