Se busca al envenenador de perros de Cervatos.eldiariomontanes.es.06/10/10. En tres años han muerto treinta canes por el veneno para caracoles que un desconocido esparce en la zona de la Colegiata.Treinta perros muertos en tres años. Ese es el balance que ha conseguido acumular un envenenador de canes de Cervatos (Campoo de Enmedio). Según vecinos de la zona, este individuo esparce por el suelo de la zona alta del pueblo, donde se ubica la Colegiata de San Pedro, veneno para caracoles, un producto bastante tóxico que posee una elevada resistencia a la lluvia, sin que su poder atrayente se vea reducido. Los hechos han sido denunciados ante la Guardia Civil de Reinosa por lo menos en tres ocasiones, según apuntan algunos de los afectados. Ampliar información con: Intoxicación de un canino por Metaldehido
Perro suelto en las inmediaciones de la Colegiata de Cervatos.
«Los guardias vienen, miran y están pendientes, pero como es un producto con aplicaciones autorizadas y todos los vecinos lo podemos tener, de momento no han dado con este enemigo público de los perros», afirma el dueño de uno de los perros muertos.Para la alcaldesa pedánea, Sonia Rozas, el peligro puede acechar en cualquier parte del casco urbano: «Esta persona actúa a cualquier hora en cualquier momento. Los ciudadanos debemos estar vigilantes, porque mientras el envenenador de perros ande suelto por el pueblo, más vale que los dueños de animales y los vecinos con niños pequeños no pierdan de vista ni a los suyos ni el suelo», dijo.
A Angelines le mataron veinteMás de veinte perros envenenados eran propiedad de Angelines Nestar, una de las afectadas. «Pobres animales, esta persona no tiene corazón», dijo apenada Nestar, que fue testigo del padecimiento de algunos de sus perros, «mueren tras un proceso de espasmos, vómitos y temblores, tiene que ser doloroso, es una pena».
También Ciriaco Díez relata que el perro de su hijo, «un perro caro», aunque no se acordaba de la raza, lo encontraron en un proceso de salivación y temblores. En este caso hubo final feliz: «Rápidamente le llevamos al veterinario y le pudo salvar».
Los vecinos están hartos y preocupados por sus animales, pero sobre todo por los niños del pueblo y sus visitantes. «Sin darse cuenta, un crío puede ingerir este producto, incluso pegado a algo que se le caiga al suelo. Es hora que Consistorio, Guardia Civil y Gobierno regional tomen cartas en el asunto, antes que lamentos algo peor que la muerte un animal», apostilla otro.
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