Arsénico en agua, una problemática que afecta a más de media Argentina. Son 16 las provincias afectadas. Por Lara Haure. novargentina.com. 27/11/15. El arsénico (As) es conocido como el elemento químico de número atómico 33; es un semimetálico sólido de color gris, que forma compuestos venenosos y que se utiliza principalmente en la fabricación de vidrios y de gases tóxicos. El mapa del arsénico en el agua se expande por las provincias de Salta, San Juan, Santiago del Estero, San Luis, Santa Fe, Buenos Aires, Jujuy, Tucumán, La Rioja, La Pampa, Catamarca, Chaco, Córdoba, Mendoza, Río Negro y Neuquén.Leer también:Comentarios sobre arsénico en agua de la zona de Carlos Casares, Pehuajó y 9 de Julio
Florcita en un vaso de agua
(SerTox)
En el caso de la provincia de Buenos Aires la situación es crítica: el 80 % de los bonaerenses sufren este problema que trae aparejado una serie de consecuencias en la salud de la población. Causas y consecuencias Si bien se estima que su origen es natural (corresponde a las cenizas volcánicas depositadas en las capas geológicas con alto contenido de metal) actualmente, la situación se ha agudizado debido a la sobreexplotación del recurso hídrico. Entre los potenciadores de esta situación se encuentra el uso desmedido de agua para la agricultura, la minería a gran escala y los megaemprendimientos industriales. Entre los primeros síntomas por la exposición al agua arsenicosa se encuentran la aparición de lesiones cutáneas, durezas y callosidades en las extremidades. Seguido de daños más graves para la salud como las neuropatías, el HACRE, la hipertensión, la diabetes, el daño renal, los trastornos reproductivos y las enfermedades oncológicas. Además, según lo estipulado por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), el arsénico es cancerígeno. El Hidroarsénico Crónico Regional Endémico (H.A.C.R.E) es un síndrome tóxico que se provoca por la exposición y la ingestión prolongada o crónica a aguas con sales de arsénico. La enfermedad avanza siguiendo cuatro periodos: en primer lugar, la hiperhidrosis (que incluye vómitos, diarreas, conjuntivitis, entre otros), en un segundo momento la hiperqueratosis (lesiones dolorosas que impiden caminar con normalidad y desarrollar las tareas cotidianas), en una tercera instancia la melanodermia (obscurecimiento de la piel por pigmento melánico) y en un último paso: la cancerización. Estas comprobaciones son críticas desde el punto de vista legal debido a que, en casi todas las localidades afectadas, se viola la naturaleza colectiva del derecho al agua y el acceso a este recurso indispensable para la vida. Se pone en riesgo el derecho humano de acceso al agua potable, a la salud y a la vida de las personas. El discurso oficial Durante años la empresa Aguas Bonaerenses S.A. ocultó que el líquido vital que entregaba estaba en mal estado. En este sentido es necesario recordar que, además, este servicio es pago: es decir que, más allá de los daños en la salud y en el bienestar de la población, se está cobrando por agua contaminada. Y que, si bien hoy un fallo judicial obliga a la empresa a informarlo en sus boletas, ABSA hace caso omiso y sigue sin cumplir con lo estipulado por la ley. Julia Crespo, integrante de “9 de Julio- Todos por el agua” señala: “Lo que le hemos reclamado siempre a ABSA es el ocultamiento de la realidad, porque hasta que no le pusimos los estudios y los amparos sobre la mesa nunca nos reconoció que nos estuviera dando agua contaminada”. Luego de una larga lucha por parte de los vecinos, se supo la verdad. Sin embargo, lejos de tomar cartas en el asunto, las autoridades de la empresa dijeron que esa no era su responsabilidad: que ellos distribuían el agua, que no le metían arsénico; intentando así desligarse de todas sus incumbencias. Casos testigos 9 de Julio En los primeros días de septiembre de 2010 nació espontáneamente un grupo de Facebook que se llamaba “Si ABSA mejorara la calidad del agua (nuestros niños)”. Allí se debatía entre los vecinos ¿Por qué circulaba que no se podía tomar agua de la canilla? cuando en realidad ni ABSA, ni ningún organismo de la provincia había dado ese aviso. Crespo recuerda que, para ese entonces y desde hacía tiempo, se compraba el agua o se iba a buscar a donde se decía que era buena. “Todos lo habíamos naturalizado, pero en realidad no sabíamos el por qué”. Un tiempo antes, los vecinos de Carlos Casares, un pueblo que queda a cincuenta kilómetros de 9 de Julio (por Ruta 5), habían demandado una solución al problema del arsénico en el agua. Como respuesta, se les construyó una planta batidora en la entrada de la ciudad. Según los integrantes de “9 de Julio – Todos por el Agua” eso generó el despertar en los pobladores que comenzaron a preguntarse si a ellos también les hacía mal el arsénico. Así fue que comenzaron a reunirse con médicos y abogados en busca de asesoramiento. Entre los vecinos estaba Analía Carusso, a quien le habían diagnosticado HACRE (producto del consumo prolongado de agua con arsénico). Según Julia Crespo: “Ahí descubrimos que esto era un tema muy complicado porque el arsénico tomado en pequeñas dosis, como lo tomábamos acá en 9 de Julio, se iba instalando en la célula y generando diferentes tipos de enfermedades”. Entonces, los vecinos decidieron ponerse en campaña y comenzaron a pedir audiencia con el Intendente Municipal y con los Diputados Provinciales; pero en ningún lado los escuchaban. El testimonio de los afectados Julia recuerda a NOVA que, si bien sabían que el Municipio hacia controles del agua de red anual, a pesar de presionar no les daban los resultados de esos estudios. Entonces tuvieron que tomar la iniciativa ellos mismos: “hicimos una colecta, recaudamos fondos, nos pusimos en contacto con el laboratorio de bioquímica de la Universidad de Rosario y mandamos a hacer muestras del agua”. Luego de unos meses se encontraron con que los pozos más viejos eran los que generaban más arsénico (la ciudad en aquel momento contaba con 19 pozos que iban directo a la red). Por lo que redoblaron la apuesta y empezaron a hacer una segunda campaña voluntaria, esta vez, de dadores de orina. Luego de unos días consiguieron analizar 200 muestras. En ese momento se puso en contacto con el grupo un abogado de Buenos Aires que estaba cubriendo un caso similar en Alberti, él se ofreció a presentar un amparo. A los pocos días nomas, 25 familias interpusieron un recurso a ABSA y a la provincia reclamando el mejoramiento del agua. En simultáneo llegaron los resultados de los análisis que arrojaban que entre un 50 y un 70 por ciento poseía arsénico en el organismo. A partir de allí, los vecinos notaron un cambio en las autoridades que los habían desatendido anteriormente. Julia recuerda que les comenzaron a abrir las puertas los mismos Diputados que les habían negado la ayuda y que lo mismo ocurrió con la defensoría del pueblo. Así es que en enero de 2011 obtuvieron la primera medida cautelar que disponía que ABSA debía brindar agua segura y sana a los amparistas en sus domicilios y a las instituciones educativas y sanitarias. Sin embargo, la victoria fue parcial: sólo aquellos que habían interpuesto el recurso gozaban del “beneficio”. El amparo colectivo llegó más tarde, y recién se comenzó a cumplir a partir de 2014 a raíz de un fallo de la Suprema Corte de Justicia en el que se incorporó al resto de los vecinos (allí se suman 2641 amparos más). Este último punto es importante porque sienta jurisprudencia a nivel nacional en relación a la colectividad del reclamo. Luego vino un nuevo paso que tuvo que ver con la exigencia de la creación de una planta procesadora (que comenzó a funcionar a fines del año pasado). La misma mezcla por medio de cisterna el agua de los pozos con más arsénicos con pozos con menos presencia de metal para bajar así los parámetros de contaminación. A pesar de estos últimos avances, Crespo alerta a la población de que ellos siguen manteniendo que el bidón arriba de la mesada no te garantiza que no estés consumiendo agua con arsénico porque “¿Con que lavas la verdura? ¿Con qué te bañas? ¿Con qué cocinas? ¿De dónde toman agua tus hijos en el club? ¿Cómo controlas todo eso?” Y que por eso es esencial generar un nuevo sistema de procesamiento que funcione a la perfección y brinde agua potable para el consumo de toda la población. Lincoln Los vecinos de esta localidad actualmente esperan que se avance en la planta de osmosis inversa para el tratamiento del agua. Gerardo Gonzalo, referente local, dijo a NOVA que “supuestamente la obra iba a estar adjudicada a fin de año; pero este anuncio fue hace más de un mes y aún no ha pasado nada”. El vecino recuerda que vino gente de la Defensoría del pueblo de la Provincia pero que lo que les resulto curioso es que “ellos, que son representantes de la defensoría se negaron a darnos a nosotros, el pueblo de Lincoln, las copias del supuesto plan de obras que ABSA habría entregado a las autoridades de la provincia”. Y a continuación agregó: “No han hecho nada más que dilatar con apelaciones, pero desde que la sentencia está firme (un fallo de septiembre de 2008 que obliga a la empresa a revertir la situación) tampoco han avanzado en nada”. Gonzalo contó a NOVA que, al igual que en el caso de 9 de Julio, ya les dio la razón el juzgado local y la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires y de la Nación, que han ratificado los fallos e impuesto condenas a ABSA pero que, sin embargo, las respuestas son muy lentas: “en el mientras tanto se les impone entregar bidones de agua a los sectores más vulnerables y en casas donde haya menores de tres años, mayores de 70 o personas con problemas crónicos de salud”. Y agregó “eso costó que se cumpliera, pero lo logramos. Lo que nunca conseguimos que muestren son los análisis de la potabilidad de los bidones que entregan”. En relación a este último punto Gerardo trae a colación el caso de una vecina que se acercó con uno de los recipientes que tenía restos de un insecto grande y el envase aún se encontraba sellado, como lo entregó la empresa. Y continúa: “eso nos hizo dudar también en relación a la calidad de esa agua”. Sobre el rol de las autoridades señaló que “los vecinos no necesitamos más anuncios para los titulares de los medios; necesitamos, de una vez por todas, un plan serio, sostenible en el tiempo. Porque el agua corriente de red suministrada por la empresa ABSA en la planta urbana de la ciudad de Lincoln, no es potable por la presencia no sólo de arsénico, sino de varias sustancias en valores por encima del máximo permitido según el código alimentario argentino, entre las que también se encuentran: el nitrato, el sulfato, el cloruro y el flúor”. Para finalizar alertó que este problema es generalizado: “los trece pozos están inyectando a la red agua no potable”. Y concluyó “vemos un serio déficit en el organismo de control de agua de la provincia de Buenos Aires que debería inspeccionar a la empresa concesionada y sigue sin hacer nada, pese a los 2500 reclamos que llevaron los usuarios de Lincoln a las oficinas de ABSA exigiendo terminar con esta situación”. La falta de acción en todo el territorio nacional en relación a esta problemática nos aleja cada vez más de la meta que se propuso el MERCOSUR: llegar en cinco años a los 0,01 miligramos de arsénico en agua.