Caminando entre serpientes. Por Fermín Apezteguía. hoy.es. 14/08/12. En España existen tres tipos de víboras, cuya mordedura puede resultar mortal. Los servicios de Urgencias atienden cada año a unos 130 españoles atacados por ofidios, de los que fallece uno de cada cien. Este verano, mire bien dónde pisa. Más de 130 personas son atacadas cada año en España por víboras y serpientes venenosas, que tienen especial predilección por niños y personas mayores. Por suerte, los tratamientos actuales permiten superar el ataque sin complicaciones, pero la precaución ha de ser máxima, porque no siempre es así. Ver artículo previo relacionado: Datos del primer Panel de Expertos en intoxicaciones por mordedura de Ofidios Venenosos de España
La mordedura resulta muy dolorosa y el veneno que inoculan es tan potente que conduce irremediablemente a la muerte a uno de cada cien afectados. Los ofidios, con todo, no son los únicos animales que pueden complicarle un paseo en vacaciones. Los servicios de urgencias atienden cada año, especialmente en verano, a cientos de pacientes por picaduras de arañas, ataques de medusas y escorpiones, incluso por mordiscos de rata y murciélago.Las más temidas de toda esta fauna estival son, sin duda, las víboras. Los venenos más potentes a los que un paseante puede enfrentarse en la península Ibérica salen de sus colmillos, huecos y movibles. Preparados para no fallar un solo ataque. Los expertos aseguran que se lanzan a las personas únicamente cuando se sienten amenazadas y que, además, avisan de sus intenciones con un silbido fácilmente reconocible. «Cuando vemos una, tendemos a pisarle la cabeza; y eso es un error. Hay que dejarla marchar o, en todo caso, llamar a un servicio forestal para que se ocupen de ella». Lo dice José Ignacio Intxausti, jefe de la Sección de Fauna Silvestre y Experimentación Animal de la Diputación de Vizcaya. «Los ofidios cumplen una función en el ecosistema y si se matan irremediablemente proliferarán otros animales, como ratones, lagartijas…».Al centro de recuperación que dirige llegan animales de todo tipo. En los últimos ocho años, su equipo ha recogido un total de 126 culebras, unas entregadas por particulares y la mayoría capturadas por ellos mismos. Aunque parezca increíble, los viajes exóticos y los caprichos generan en ocasiones mayores problemas que la fauna local. El registro del servicio incluye la captura de una pitón real, una especie originaria de África tropical, descubierta por una vecina cuando limpiaba una terraza en 2010; y también de varias serpientes del maíz, originarias de Estados Unidos.Entre las piedrasAlgo que resulta necesario antes de salir al campo para prevenir una situación de riesgo es saber distinguir entre culebras y víboras. Aunque son nombres que tienden a utilizarse indistintamente, no son lo mismo. Las víboras tienen la pupila de los ojos vertical, la cabeza triangular y con escamas y son de cuerpo rechoncho y cola corta. Las pupilas de las culebras, en cambio, son redondas, como su cabeza, y cuentan con un cuerpo estilizado y cola larga. El rasgo que marca la diferencia son sus colmillos. Los de la víbora son venenosos siempre y los de la culebra, en la mayoría de los casos, no.En la península Ibérica existen tres tipos de víbora. La que posee el veneno más activo y provoca las mordeduras más dolorosas es la áspid, de unos 70 centímetros de longitud, que se distribuye por los Pirineos, la cornisa cantábrica, Cataluña y el sistema ibérico.Está también la cantábrica o común europea, que igualmente puede verse en el sur de Francia y el norte de Portugal. Suelen ser de color beige o gris claro y se reconocen por el característico zig zag que luce en la piel. Existe el peligro de confundirla con una culebra muy parecida, que es totalmente inofensiva: la viperina, muy común en toda España, que se diferencia de la víbora por sus ojos y cabeza redondos.La víbora hocicuda, por último, extiende sus dominios por toda España, salvo el Cantábrico y los Pirineos. De tamaño similar a sus hermanas, posee el veneno menos tóxico de las tres y se caracteriza por su color gris y la banda en zig-zag o con forma de rosario que recorre su columna vertebral.Aunque cada una tiene sus propias peculiaridades, los venenos actúan en unas y otras de forma bastante similar. Provocan una necrosis (muerte celular) en la zona de la mordedura, generan problemas vasculares y alteran la función de los riñones hasta el punto de poder causar una insuficiencia renal que a veces irreversible. En algunos casos, desencadenan incluso una parada cardiorespiratoria. Lo aconsejable en caso de picadura es acudir cuanto antes a un centro hospitalario.Lo que nunca hay que hacer es emular a los vaqueros del cine clásico, intentando extraer el veneno con la boca para después escupirlo. Eso solo sirve es en las películas. Lo único que se consigue así es facilitar un rápido envenenamiento a través de los sistemas digestivo y circulatorio.«Lo primero, y fundamental, es no apurarse», destaca Javier Benito, jefe del servicio de Urgencias Pediátricas del hospital de Cruces, centro que dispone del más avanzado protocolo de actuación ante picaduras y mordeduras de animales. «Lo que hay que hacer es tranquilizar al herido, especialmente si es un niño, porque la sensación que tiene es de que va a morirse. Después -añade el especialista- lavaremos la herida con agua y jabón, le daremos un antiséptico, del tipo de ‘betadine’, y, si le ha picado en la mano, la mantendremos baja para evitar que el veneno llegue al corazón». El uso de torniquetes está en entredicho por su dudosa eficacia.Morfina contra el dolorLa picadura de víbora es tan dolorosa que requiere el uso de «analgésicos muy fuertes, incluso morfina» para calmar el dolor. Por eso, antes de acudir al hospital, es recomendable tomarse algún analgésico, como ibuprofeno. La situación se complica cuando la picadura se produce en la cara o el cuello. Ocurre de manera muy rara, pero sucede.Aunque se dispone de un margen de tiempo de seis a ocho horas, lo mejor es acudir a Urgencias cuanto antes. Pasado ese tiempo, el riesgo de muerte comienza a ser real. En cualquier caso, una situación así requerirá siempre ingreso hospitalario y observación del paciente durante, al menos, un par de días para estudiar su evolución.El mordisco de la víbora se reconoce porque deja en su víctima la marca de los dos colmillos, separados entre sí por unos seis milímetros. Si la diferencia es menor, puede tratarse del ataque de una araña. «Sea lo que sea, el tratamiento que le aplicaremos será el de envenenamiento por víbora y si se considera necesario, que no siempre es así, se le dará al paciente un suero antiofídico».Un estudio del Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Sanidad, estima en 2.000 euros el coste de la atención hospitalaria por paciente en picaduras de serpiente.La gravedad del picotazo dependerá de la época del año en que se produzca. A principios de verano, las víboras conservan aún todo el veneno que han fabricado mientras hibernaban. A finales de agosto es ya más pobre. «Lo que hay que hacer -recuerda el pediatra- es salir al monte con calcetines y botas altas, en lugar de chancletas y calcetín corto. Y a partir de ahí, disfrutar del verano. Lo normal es que no pase nada; y si pasa -tranquiliza el experto- tiene remedio».