En partes del mundo en desarrollo, las intoxicaciones con plaguicidas causan más muertes que las enfermedades infecciosas. El uso de plaguicidas se regula mal y a menudo de forma peligrosa; su fácil disponibilidad también los convierte en un método popular de autoeliminación o suicidio. En 1985, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) produjo un código de conducta voluntario para la industria de plaguicidas en un intento por limitar los efectos perjudiciales de los mismos. Desgraciadamente, la falta de recursos adecuados de los gobiernos del mundo en desarrollo hace a este código ineficaz, y continúan produciéndose miles de muertes por los plaguicidas. La OMS ha recomendado que el acceso a los plaguicidas sumamente tóxicos sea restringido; donde esto se realizó cayeron las tasas del suicidio con estas sustancias. Desde que fue establecida en 1977 la Lista de Medicamentos Esenciales, se ha racionalizado el uso de los medicamentos en muchas regiones. Una Lista Mínima de Plaguicidas podría identificar a un número restringido de plaguicidas menos peligrosos para ser usados en tareas específicas del Control Integrado de Plagas. El uso de plaguicidas más seguros debería tener como resultado menos muertes, así como el cambio del uso de barbitúricos a benzodiacepinas disminuyó el número de muertes en personas intoxicadas con medicamentos.

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