En la última semana, la preocupación por las consecuencias medioambientales de la búsqueda de hidrocarburos por métodos no convencionales volvió a levantar presión. El tratamiento legislativo en Neuquén de una modificación al contrato de concesión a YPF de un área en la formación Vaca Muerta (en cuya explotación participará la norteamericana Chevron asociada) dio lugar a reclamos y demandas de ambientalistas y políticos, pero también a explicaciones de especialistas que buscaron echar cierta luz sobre una cuestión habitualmente tratada en las sombras. Las dos preocupaciones centrales son si la extracción del crudo y el gas por fracking (fractura de la roca generadora por presión de agua) podría provocar la contaminación de las napas de agua cercanas al yacimiento, y una alteración del subsuelo por vibración que pudiera derivar en eventos sísmicos. Las advertencias buscan encender luces de alarma, las explicaciones técnicas intentan serenar los ánimos dando luz verde a los sistemas no convencionales, en los que Argentina se juega buena parte de su futuro energético. Aquí va una aproximación al conflicto y a las distintas posturas. La reforma al contrato de concesión, que habilitaría a YPF a seguir adelante por otros 35 años con el desarrollo del área General Mosconi, en Vaca Muerta, ya obtuvo voto favorable en la Comisión de Hidrocarburos de la Legislatura neuquina. Pero la semana entrante seguirá con el tratamiento desde la óptica ambiental, para lo cual el gobierno de Jorge Sapag prometió acercar todos los elementos necesarios para su análisis. El propio gobernador manifestó, el último viernes, sentirse “muy tranquilo con el tema ambiental: las tres cuartas partes del expediente que fue a la Legislatura están referidas al tema”. Mencionó “la prohibición de usar el agua del subsuelo para todo tipo de fractura, reutilización del agua de reflujo para ser aplicada otra vez a todo lo que es fractura: tratamiento del agua de reflujo para sacarle las impurezas y, por supuesto, todas las normas exigibles como es una licencia ambiental por pozo”. Además, aseguró que la provincia está incorporando los recursos humanos y materiales necesarios “para ir haciendo los monitoreos”. La mayor parte de las demandas, si no todas, toman como base los antecedentes de países europeos y de Estados Unidos para sostener la inconveniencia del fracking. Los que defienden su uso en Argentina señalan que las condiciones geofísicas locales son las que determinan la ausencia de riesgo de contaminación de las napas acuíferas en el caso de Vaca Muerta (ver cruce de opiniones en esta misma página). Pero aun en Estados Unidos, más allá de las objeciones, la explotación de hidrocarburos por fracking sigue avanzando y está transformando radicalmente el balance petrolero de ese país: lo que antes obtenía en el plano militar conquistando el control de áreas del mundo ricas en hidrocarburos para asegurarse el abastecimiento, ahora lo obtiene de su propio subsuelo. Pero, además, estudios recientes (Laboratorio Nacional de Tecnología Energética, Departamento de Energía) en el condado de Greene (Pittsburg, West Virginia) estarían señalando la ausencia de riesgos en el comportamiento de los fluidos utilizados en fractura hidráulica con respecto a la afectación de fuentes de agua potable y en relación al comportamiento sísmico. Argentina enfrentará el desafío de reconstruir su autoabastecimiento energético, que depende en forma crucial de los hidrocarburos. La discusión de la cuestión ambiental requiere de información técnica. El contrato de YPF con Chevron se cuestionó sin considerar las responsabilidades y el control de las operaciones que el acuerdo le concedía a la petrolera nacional por sobre la estadounidense. Ahora, en el tema ambiental, son muy serios los interrogantes pero no siempre hay predisposición a escuchar las respuestas. Mucho de lo que se discutió y discutirá en Neuquén dará una oportunidad de conocer unos y otras. En los planteos de Llorens y Cafiero, por una parte, y las explicaciones de De Dicco y Bronstein, en notas adjuntas, hay una interesante aproximación a ellos.
Subnota 1: “Todos somos ambientalistas”. Por Víctor Bronstein *“Todos somos ambientalistas y nos gustaría que las energías renovables, como la energía solar y eólica, pudieran reemplazar el uso de los combustibles fósiles. Sin embargo, debemos aceptar que con la tecnología actual este tipo de energías no tienen la capacidad de sostener nuestra sociedad de consumo. Todos somos ambientalistas, pero los científicos deberíamos ser también anarquistas, no someternos a ninguna autoridad y construir nuestras conclusiones a partir de las evidencias y el estudio sistemático de los fenómenos. En todo caso, cambiar las conclusiones ante nuevas evidencias. Los problemas científicos no pueden ser resueltos por ninguna autoridad, ni por consenso, ni por movimientos sociales. Lamentablemente, la discusión sobre el shale gas y la fractura hidráulica ha olvidado estas cuestiones y hoy nos encontramos en una situación en la que se ha perdido la comprensión global del problema, donde todos somos ambientalistas sin darnos cuenta que, sin evidencias científicas y con desconocimiento sobre la tecnología utilizada, se intenta limitar la explotación de un recurso que es imprescindible para nuestra sociedad y para lograr mejores condiciones de vida para todos. Es verdad que este tipo de actividad debe ser regulada por las buenas prácticas, donde la actividad empresarial debe estar enmarcada en el cuidado del medio ambiente, pero en un país que necesita crecer y desarrollarse, la buena política pasa por regular con el conocimiento y no limitar con los prejuicios, la falta de información o la ideología.” * Titular del Observatorio Energético de la Untref.
Subnota 2: “Argumentos falaces”. Por Javier Llorens y Mario Cafiero *“Resulta notable en la presentación efectuada por YPF ante el Ministerio de Energía, Medio Ambiente y Servicios Públicos de Neuquén, la ausencia de toda consideración ambiental. Las veces que se repite la palabra ambiente, es en relación a las formaciones geológicas del cretácico y jurásico, donde están alojados los hidrocarburos de Vaca Muerta. Pero nada dice en relación con las superficies donde está alojada la vida humana, animal y vegetal. Lo cual resulta altamente objetable, al provenir de empresas altamente cuestionadas ambientalmente.” “Los mapas geológicos existentes en la Subsecretaría de Minería, Hidrocarburos y Energía de Neuquén dicen que el techo de la formación Vaca Muerta oscila entre los 500 y 3000 metros de profundidad, y el techo de la formación Los Molles entre 500 y 4500 metros. Registrándose además en ambas formaciones afloraciones en la superficie. Por lo tanto, resulta una falacia las afirmaciones que realizan YPF y Chevron en sus spots divulgativos, de que no hay posibilidad alguna de contaminación de los acuíferos subterráneos, que se encuentran en profundidades de hasta 500 metros. Esa afirmación sólo es verdad según dónde, que parece ser restrictivamente el área Loma de la Lata Norte/Cerro Campana. Y en tanto y en cuanto resultara cierto que el manto que existe entre la formación Vaca Muerta y los acuíferos de arriba, son absolutamente impermeables a las filtraciones que podrían provenir de abajo.” “Debería existir una ley nacional, parecida a la protección mínima de glaciares, respecto de las actividades y perforaciones hidrocarburíferas, convencionales y no convencionales, antes de lanzar la irresponsable explotación de estas últimas. Es lo que mínimamente se debería haber hecho, en vez de modificar una vieja ley de hidrocarburos convencionales, proveniente de una época en la que no había conciencia ambiental, mediante un mero decreto presidencial. Tal como hizo el Gobierno, con la única finalidad de impulsar de cualquier manera y sólo con fines crematísticos, los negocios de YPF y Chevron.” * Extracto de un análisis del acuerdo.
Subnota 3: “No afecta a los acuíferos”. Por Ricardo de Dicco *“Las rocas generadoras de gas de esquisto (shale gas) y petróleo de esquisto (shale oil) se encuentran mayoritariamente en nuestro país entre los 2500 y los 4500 metros de profundidad, y en el caso de la formación Vaca Muerta, a más de 2800 metros. Los acuíferos de agua potable se ubican a menos de 300 metros de la superficie. La fracturación o estimulación hidráulica (fracking) se emplea para triturar estas rocas generadoras, y dicha estimulación demanda entre 2 y 5 días de la inyección a muy alta presión de fluidos (95 por ciento de agua, 4,51 de arenas especiales y 0,49 de aditivos químicos de aplicaciones comerciales y hogareñas) para producir artificialmente fisuras que faciliten la extracción de esos hidrocarburos. No existe forma física para que dichos hidrocarburos puedan migrar hacia arriba y alcanzar los acuíferos, porque entre éstos y la roca generadora existen numerosas capas sedimentarias impermeables que actúan como aislantes naturales, y fundamentalmente porque la perforación de los pozos se realiza combinando un encamisado de acero protector con fraguado de cemento.” “Los fluidos empleados en estas instalaciones luego son almacenados en tanques de acero para su tratamiento y reciclado, siendo recuperado incluso alrededor del 30 por ciento del agua de producción inyectada, para su posterior tratamiento o confinamiento o para ser empleada nuevamente en yacimientos. Los volúmenes de agua requeridos tampoco vaciarán los acuíferos, porque su consumo representa menos del 0,1 por ciento del caudal mínimo anual total de los ríos de Neuquén, así como tampoco las vibraciones producidas por la fracturación hidráulica de la roca generadora de hidrocarburos puede provocar eventos sísmicos que resulten en emergencias o desastres (como los de origen natural) porque las mismas son 100.000 veces inferiores a la percepción humana. Tampoco existen registros ni tampoco documentos científicos que hayan establecido un vínculo entre el mencionado método de extracción no convencional con eventos sísmicos.” * Especialista en Infraestructura energética. Director de Clicet.