El interrogante del título surge de los acontecimientos registrados en Alemania con forrajes para animales contaminados con dioxinas (ver). Las dioxinas son ubicuas en el medio ambiente (Leer; dioxina: ¿Qué es?). Recomendamos leer el artículo de Josep Rivera (dioxinas, publicado en el diario vasco el 23/07/10), con la historia de estas sustancias desde que Kees Olie descubrió en 1977, la presencia de dioxinas en las emisiones de una incineradora de residuos municipales en Holanda. Los alimentos representan el 90% de la exposición humana siendo las principales fuentes la carne, pescados y lácteos. ¿Como van a parar las dioxinas a las dietas de gallinas y cerdos que viven hacinados en granjas intensivas?. La respuesta está en los alimentos de estos animales que se han contaminado con dioxinas. Sigue…
(Sertox)
En los países desarrollados, la producción de animales, generalmente, forma parte de las explotaciones agrícolas, en estrecha unión con los restantes componentes de la explotación (producción forrajera, instalaciones, mano de obra, etc.). En la mayoría de los casos, la ganadería tiene como objeto la transformación de productos vegetales, o subproductos industriales, en productos animales: los animales se dividen en los que pueden consumir vegetales celulósicos espontáneos o cultivados gracias a los microorganismos que se encuentran en su conducto digestivo (caballos, rumiantes, conejos) y los que sólo consumen alimentos con un porcentaje más reducido de materias celulósicas, como el grano (cerdo y aves de corral). Y aquí es emposible no recordar que en Europa alimentaban a las vacas con forrajes a base de ovejas muertas procesadas.El rápido incremento de "la vaca loca", a mediados de los noventa se debió probablemente a la inclusión de animales enfermos, no diagnosticados como tales,en la fabricación de piensos para consumo bovino. Esta práctica se prohibió en julio 1988 en el Reino Unido pero la materia prima siguió exportándose. La mayor parte de los casos descritos en países europeos tiene su origen en animales exportados del Reino Unido o alimentados con harina de dicha procedencia. Los alimentos naturales cada vez lo son menos (ver luego, Pig Business un documental en el que explican con detalles lo que realmente está ocurriendo tras algunas bandejas de carne o huevos que compramos en los supermercados). Esta nueva crisis alimentaria ha hecho pública la existencia de gallinas en Alemania con un nivel de dioxinas el doble de lo permitido y que obligaron a cerrar 4.700 granjas como medida cautelar. Y la contaminación, en una Europa sin fronteras comerciales, se ha propagado a Países Bajos, Eslovaquia y Reino Unido. En este último país penetraron huevos provenientes de granjas bajo sospecha pero… tranquilos, ya que esos huevos se destinaron a la fabricación de productos como galletas y mayonesas y por lo tanto, "la mezcla de huevos diluye los niveles de dioxinas y no se cree que estos presenten un riesgo para la salud". No es la primera vez que ocurre esta situación en Europa, en el 2008 fueron los cerdos de Irlanda (Ver: Cerdos irlandeses con dioxinas , leer también en ese artículo: Preguntas y respuestas sobre dioxinas en los alimentos. Tomado de la página de la AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición). Recientemente la EFSA recomendó monitoreo continuo y aleatorio de dioxinas en alimentos en UE. No hay que olvidar que las dioxinas están entre los 10 químicos que preocupan a la OMS. En consumer.es decían en 2006: Los controles han disminuido el peligro de exposición a dioxinas y en el 2010: Josep Rivera, director del Laboratorio de Dioxinas del CSIC: "El efecto de las dioxinas no depende de un umbral tóxico preciso sino del tiempo y la cantidad ingerida" y Dioxinas en alimentos y piensos: El último estudio de la EFSA muestra que no hay una clara tendencia en cuanto a los niveles de estas sustancias detectados en la UE.
Concluimos copiando la frase final del articulo recomendado al empezar:"El debate sobre la importancia de la presencia en el medio ambiente de los contaminantes persistentes del Convenio de Estocolmo es demasiado importante para reducirlo a esgrimir argumentos obsoletos que conciernen además una pequeña parte de la cuestión. Actuando de esta manera se escamotea la causa verdadera de la presencia de estos compuestos y se pierde la ocasión de acometer un verdadero debate sobre la solución actuando sobre las fuentes que verdaderamente los están creando". Esta opinión nos alienta a pensar que un mundo sin dioxinas en los alimentos, es díficil, pero posible.