Según un informe elaborado hace 15 años por el servicio de Prevención Laboral del subterráneo y publicado hoy por la prensa española, este material tóxico estaba presente en 115 trenes, entre los que figuran los 36 que se vendieron a Argentina en 2011, y los que, en algunos casos, siguen circulando todavía por el subsuelo de la capital española.