"Los resultados de este trabajo sugieren que si bien la defensa tóxica puede ser excelente para evitar a los depredadores, podría ser una mala noticia a largo plazo para la especie. Es otro ejemplo de cómo la evolución no actúa por el bien de la especie, sino por el del individuo”, explica Kevin Arbuckle, autor principal y profesor de Biología Evolutiva.