La aplicación de clorpirifós, un plaguicida clasificado por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos como moderadamente tóxico (categoría II), se considera de alto riesgo para peces, pájaros y pequeños mamíferos. Así mismo, algunos estudios han demostrado que su uso excesivo provoca efectos nocivos sobre el medioambiente y el hombre, además de su permanencia prolongada en los suelos.