Mediante este acuerdo, los siete países mencionados se comprometieron a no desarrollar, producir, almacenar, transferir o utilizar armas químicas o biológicas y, de esa manera, brindaron un decisivo impulso a la negociación de la futura Convención de Armas Químicas adoptada en 1993, colocando a nuestra región a la vanguardia del compromiso asumido posteriormente a nivel internacional con el establecimiento de la OPAQ.