Asombrosamente, todo se logró manipulando químicamente un desecho de la industria del carbón: el alquitrán de hulla.Friedrich Sertürner había aislado la morfina, el primer gran analgésico, y en los siguientes 50 años una oleada de descubrimientos científicos reemplazó las supersticiones y creencias antiguas con nuevos conocimientos.
Una cantidad medida de polvo preparado como un tratamiento médico se vertía en el tubo y luego se comprimía con un martillo para formar una masa sólida, formando una tableta o pastilla. William Brockedon (1778-1854), un pintor, escritor e inventor británico, patentó esta invención en 1843.Estábamos a punto de entrar en la era en la que los químicos podrían producir en masa el tipo de analgésicos que ahora usamos de forma rutinaria.
Oscuro y viscoso. Se obtiene de la destilación destructiva de ciertas materias, principalmente de la hulla, el petróleo, la turba, los huesos y de algunas maderas resinosas y otros materiales vegetales y minerales.
William Henry Perkin (centro) trabajando en su laboratorio después de crear el colorante sintético que bautizó como "malveína" en vez de la medicina quinina. (Imagen: Fundación del Patrimonio Químico)Era evidente que valía la pena estudiar el alquitrán, pero se necesitaría otro accidente para desbloquear su potencial para matar el dolor.
El jabón de alquitrán era recomendado para los niños pues protegía de infecciones.Afortunadamente, no les faltaban pacientes. En esa época, a los médicos no dudaban en probar casi cualquier cosa en seres vivos.
El paciente había ingerido una sustancia desconocida…Lo que el paciente había tomado no era naftalina. La farmacia había cometido un terrible error con el etiquetado.
Por suerte, no hubo ninguna fatalidad. Y Cahn y Hepp se hicieron ricos gracias a ese error, con la venta del fármaco que reducía la fiebre.Podrían haber matado al hombre, pero al final, la anilina ácida, otro producto químico derivado del alquitrán de hulla, se comercializó rápidamente como una medicina para reducir la fiebre… y Cahn y Hepp hicieron una fortuna.
Carl Duisberg desarrolló el primer producto farmacéutico de la historia de Bayer.
El ácido salicílico es lo que usamos hoy en día para curar verrugas.Desafortunadamente, no mató bacterias como la que causa el tifus.
Los nazis borraron a Arthur Eichengrun de la historia del descubrimiento de la aspirina porque era judío, y le dieron el crédito a un técnico.Comenzó bastante inocentemente.
Y la llamó: aspirina.Las modificaciones químicas simples claramente podrían hacer mejores medicamentos.
La heroína salió a la venta y tuvo gran acogida.El equipo de Bayer había producido accidentalmente una versión mucho más adictiva de la morfina.
¡Pensar que fue la cenicienta de los medicamentos por un rato!A continuación, en secreto, convenció a un pequeño grupo de médicos y un dentista de Berlín para que lo probaran con sus pacientes.
Eventualmente, la aspirina se vendería no sólo para el dolor de cabeza, sino el de muelas y demás.
Finalmente, la aspirina salió al mercado e hizo historia.Cada año se producen alrededor de 40 toneladas métricas de aspirinas en el mundo, lo que se traduce en decenas de miles de millones de tabletas.
En la promoción de productos Bayer: "Aspirina, el substituto de los salicilatos"; "Heroína: el sedante para la tos".Cuando, por ejemplo, algo irrita o hiere tu piel, el tejido dañado libera una gran cantidad de productos químicos que ayudan a la curación, pero también tienden a estimular el dolor.