“En cuestión de media hora, el acónito puede matarte”. Por Neus Durán. lavanguardia.com. 07/06/18. Jaume Rusell, forense y experto en plantas venenosas, ha localizado 51 especies muy tóxicas en los Pirineos. Forense de los juzgados de Ripoll y Puigcerdà, máster en Medicina Forense por el Hospital Clínic de Barcelona, la pasión de Jaume Rusell Fossas son las plantas de los Pirineos. Siempre que su trabajo en los juzgados se lo permite, recorre las montañas para localizar las especies más venenosas. Ha localizado 51 muy tóxicas, que ha recogido en un extenso estudio sobre el tema.
Acónito común
(SerTox)
Jaume Rusell, con un Aconitum anthora pendiente de florecer. Se puede confundir con el botón de oro o la angélica (Jaume Rusell)¿Cuál es el tóxico más peligroso de los Pirineos? La aconitina, que es el alcaloide que domina en el acónito, es uno de los tóxicos vegetales más temibles. De las especies Aconitum hay unas 330 en el mundo; la más feroz se encuentra en India, es la Aconitum ferox. En los Pirineos también hay tres, la Aconitum napellus (acónito), la A. anthora (acónito amarillo) y la A. vulparia subsp neapolitanum (luparia). La azul es abundante. Crece entre los 1.500 y los 2.500 metros de altitud, sale en mayo y florece a finales de julio. Tiene varios nombres, ¿por qué matalobos? Por una vieja historia de los Pirineos: tenían un problema con los lobos, que les mataban los rebaños, mataron un burro, lo llenaron de acónito, y por la mañana, cuando se despertaron, estaba lleno de lobos muertos, todos ellos envenenados. ¿Es toda ella tóxica? Tallo, hojas, flores… todas las partes de la planta lo son, pero la raíz es la que concentra más veneno, e incluso si la tocas puedes sufrir anestesias regionales en las manos o en otras partes del cuerpo. Gran parte de la población desconoce los efectos tóxicos de muchas plantas, hay gente que cultiva plantas venenosas en su jardín ¿Qué tipo de víctimas se intoxican? ¿La consumen porque la confunden? Gran parte de la población, tanto la urbana como la rural, desconoce los efectos tóxicos de muchas plantas. Por ejemplo, hay gente que las cultiva en su jardín, no hay conciencia del peligro. Incluso vi a una mujer que se había fabricado un collar con las flores, y lo llevaba puesto. Pero, sobre todo, hay intoxicaciones por haber confundido las raíces del acónito con las de la angélica, con la coclearia (hierba de cucharas) o con la lechuga montés. Y no siempre por error. En ocasiones por efecto de una intención criminal, con voluntariedad y finalidad homicida, a través de polvo de acónito como aditivo y también en alcohol. Tiene un currículum de primera magnitud, de la Antigua Grecia al Imperio romano, la II Guerra Mundial… y actualmente también. ¿Existen muchos casos de envenenamiento con intención criminal? Los hay muy sonados. En los años 70, un asesino en serie en Kent mató a mucha gente con antimonio y aconitina, y lo registró todo en su diario íntimo, las víctimas y las dosis. En Vilafranca del Penedès, en los 80, condenaron a una peluquera por haber asesinado a su marido con acónito, y en 2009, en Londres, la llamada asesina del curry envenenó a una pareja por celos.Aconitum napellus o acónito, que se encuentra entre los 1.500 y los 2.500 metros de altitud en los Pirineos y es mortal. Mide entre un metro y metro y medio de altura y tiene flores muy vistosas (Razvan / iStockphoto)¿El grado de intoxicación depende de quien la toma? Sobre todo de la dosis, pero también de las condiciones biológicas de cada uno: si se trata de personas mayor o niños, son más vulnerables, todo depende de la estructura, la fuerza física y biológica de cada persona. Con las tres especies de acónito de los Pirineos, con 2 miligramos te pueden matar, y con 5 miligramos te matan seguro. ¿Los efectos son inmediatos? Sí. A los diez minutos ya hay ardor, en la boca y el estómago, vómitos… Provoca aumento de la secreción, sensación de calor, hinchazón y pinchazos que se extienden rápidamente por todo el cuerpo; la sensibilidad periférica disminuye notablemente, hay dolor de cabeza y sudor. Los movimientos respiratorios se hacen incompletos, el pulso pierde la fuerza y la frecuencia. Y a los 35-40 minutos ya puedes estar muerto. Actúa sobre el organismo de forma depresiva y ejerce sobre el sistema nervioso, cerebro-espinal y el aparato cardíaco. Es fulminante, provoca bradicardia maligna y el latido cardíaco cae en picado. Y cuando alguien ha consumido, ¿qué podemos hacer? No hay antídoto. Solo tratamiento sintomático, hay que hacerlo en la UCI, con un lavado gástrico, y la disritmia ventricular impone vigilancia continua durante las primeras 24 horas. El pronóstico siempre es de gravedad porque el estado puede deteriorarse en pocos minutos. Es necesaria monitorización, toma de constantes y tratamiento sintomático y de apoyo, con atención a la aparición de arritmias, con su terapia. Si se superan las primeras 24-48 horas, el pronóstico puede ser favorable. Alguien podría plantear que, si son tan tóxicas, podrían eliminarse. ¡Nooo! Tienen una función biológica, y tienen todo el derecho a estar ahí. Además, es un gozo verlas en el campo, ¡son espectaculares! Un consejo para excursionistas. Si no lo conoces, no lo toques. _________________________________________________________________________________________________________________________________
Leer también: Plantas de los Pirineos: medicinales, comestibles y (algunas) mortales. Por Neus Durán. lavanguardia.com. 07/06/18. Pueden curar enfermedades, alimentarnos y aliviar dolores; pero también pueden ser muy peligrosas. La flora de Andorra y de los pirineos contiene múltiples propiedades, muchas de ellas desconocidas por los excursionistas. Bonitas pero mortales. Según el poeta Ovidio, era con el veneno de los acónitos que Medea fabricaba sus filtros, y Shakespeare mató a Romeo con esta sustancia. En los Pirineos se concentran medio centenar de plantas muy tóxicas, entre ellas tres acónitos –Aconitum napellus (acónito), A. anthora (acónito amarillo) y A. vulparia subsp neapolitanum (luparia)– que pueden provocar la muerte. Y, al contrario de lo que pasa con las setas, con las que sí hay una cierta concienciación del peligro que puede comportar su consumo, para aquellos que no son expertos, hay bastante desconocimiento de los riesgos no solo de ingerir, sino incluso de tocar ciertas especies de plantas que tenemos muy cerca. Las consecuencias pueden ser muy graves; el último caso, el de cuatro andorranos que tuvieron que ser hospitalizados en estado grave en el Hospital de Meritxell, hace dos semanas, debido al consumo de una planta tóxica. Desde el Centre d’Estudis de la Neu i la Muntanya del Principat (CENMA), hacen un llamamiento a no recoger las plantas que no conozcamos. Y, muy especialmente, a tener cuidado en el caso del acónito, que puede confundirse fácilmente con la saxífraga acuática (berros), una planta comestible que se consume en ensaladas silvestres. En este centro andorrano, un organismo del Institut d’Estudis Andorrans dedicado a la investigación de temas que rodean la montaña y que tienen un interés especial para Andorra, hace ya muchos años que estudian la flora local. Manel Niell, biólogo especialista en etnobotánica e investigador del CENMA, es uno de los expertos, autor, junto con Antoni Agelet, de Remeis i plantes del Pirineu. Recull etnobotànic i etnomicològic de les Valls d’Andorra, monográfico del CENMA que detalla los usos –algunos de ellos muy curiosos– que se hacían tradicionalmente de las plantas en el Principado.
Manel Niell, biólogo e investigador del CENMA andorrano (NatMontane / Natàlia Montane)
A través de un extenso estudio que incluyó unas ochenta entrevistas con las personas mayores del país y que describe casi 200 especies de flora, se llegó a la conclusión que, a pesar de que los usos de las plantas que había en Andorra eran muy similares a los de los Pirineos en general, como es el caso del tomillo, el saúco o la piña de abeto, existen también particularidades, como el uso de la saxífraga, que en Andorra se utiliza mucho y es bastante desconocida fuera, que se utiliza por sus propiedades digestivas, haciendo infusiones con sus hojas. A partir de ese estudio, empezaron a ofrecer talleres en los que elaboran jarabes naturales, aceites para hacer masajes y alcohol medicinal, entre otros. También ofrecen charlas de divulgación, como la conferencia titulada Usos y costumbres asociadas a las plantas en Andorra, en el Espacio de la Fundación Crèdit Andorrà. Cursos y conferencias con mucho público interesado, ya que Niell destaca el renacimiento, en los últimos años, del interés por las plantas con uso medicinal y alimentario. A pesar de que durante décadas se fueron perdiendo, ahora rebrotan, y cada vez hay más gente interesada en cultivarlas en su huerto o jardín, como también en los talleres sobre el tema. En cuanto al libro, que recoge la tradición de todas las parroquias andorranas y a la vez es científico y divulgativo, lo distribuye la librería La Puça, de Andorra la Vella; en Barcelona se puede encontrar, por ejemplo, en la librería especializada en naturaleza Oryx, en la calle Balmes.
22 usos diferentes Aunque, en principio, al hacer el estudio buscaban centrarse en las plantas medicinales y alimentarias, Niell explica que acabaron encontrando hasta 22 usos diferentes, tan variados como la carpintería –el abedul se usaba para elaborar vasos– o el ámbito lúdico. Algunas de esas plantas están muy relacionadas con ciertas festividades. Por ejemplo, durante la noche de San Juan, se iba a recoger hierbas, como el hipérico, que, macerado en aceite, se aplicaba sobre las contusiones. Para celebrar las fallas de los Pirineos (ahora patrimonio inmaterial de la Unesco), es tradición usar ramas de avellanos y corteza de abedul. El abedul, por cierto, en Andorra se denomina beç. El tema de los nombres, nos explica Niell, no solo varía por países, sino en distancias muy pequeñas; incluso, a algunas plantas en Sant Julià de Lòria les dan un nombre y en Canillo otro. En cuanto a las plantas con usos medicinales, una de las que se usan más, nos detalla Niell, es el tomillo, del que, tradicionalmente, se hacen infusiones para consumir por sus múltiples propiedades: es anticatarral, digestivo y astringente. Se utiliza también para lavar heridas, como antiséptico, y para hacer masajes, por sus propiedades antiinflamatorias. También ha sido siempre muy apreciado el saúco, para combatir resfriados y dolores de cabeza. De ese arbusto, que contiene moléculas precursoras del ácido acetilsalicílico, se aprovechaban los frutos para hacer mermelada o jarabe, que no solo se administraban contra la tos y los resfriados, sino también, muy a menudo, contra el dolor de dientes. También era muy común comerse las flores, rebozadas, o utilizar la planta para hacer ratafía. Pero parte de la planta es tóxica: con los tallos, advierte Niell, hay que ir con mucho cuidado. Son también protagonistas en la tradición andorrana los pinos. Con las flores del pino macho, se hacían infusiones para los resfriados, pero, además, mediante una combustión sin oxígeno de la madera del pino, se forma un tipo de alquitrán, denominado popularmente la pega, que se utilizaba, entre otras cosas, como un pegamento para entablillar heridos. Y las trementinaires del valle de La Vansa, en L’Alt Urgell –mujeres con un profundo conocimiento de las plantas, sus virtudes medicinales y los procesos de elaboración de remedios ancestrales adquiridos que recorrían los Pirineos– la utilizaban mucho, entre otras cosas, para extraer pinchos que se habían incrustado en la piel y provocaban fuertes infecciones. Una doble vertiente De la genciana se utilizaba la raíz como base de bebidas amargas, muchas veces macerada con vino dulce; tiene propiedades antianoréuticas, por lo que se daba a los niños que no querían comer o a los convalecientes desganados. Pero, advierte Niell, se trata de otra de las plantas con las que debemos tener cuidado, porque, aunque tiene propiedades curativas, también hace bajar mucho la presión, hasta el punto que tomarla sin medida puede llegar a ser muy nocivo. Esa doble vertiente, recalca Niell, la encontramos en muchas plantas, ya que en ocasiones todo depende de la dosis. El arnica es otro ejemplo: se utiliza mucho para masajes, para aligerar los golpes, pero si la consumimos es tóxica. Una planta especialmente emblemática, en Andorra, es la madreselva, ya que se dice que la Virgen de Meritxell, patrona del Principado, fue encontrada bajo esta planta. Con la madreselva, tradicionalmente se elaboran mermeladas que son astringentes, hasta tal punto que las denominan tapaculos. Antidiarreicas son también las tumoraciones que tienen algunos rosales salvajes, producidas por los insectos: al picarlos, les provocaban un tipo de verrugas con propiedades astringentes. Las más peligrosas Las propiedades de las plantas también se usaban, en ocasiones, para matar animales. El berbasco se utilizaba como anestésico para las truchas, lanzándolo al río, para poderlas pescar. Y, en cuanto al baladre, era habitual su uso, en Andorra y en los Pirineos en general, para matar a las ratas. Lo hervían con grano, que luego repartían por los rincones, así que cuando las ratas se lo comían se intoxicaban. Niell advierte que “se desaconseja absolutamente este uso, porque animales y/o niños podrían consumir esas semillas, con resultados que podrían ser fatales”.
Ponencia sobre el uso de las plantas de Fundació Crèdit Andorrà (ANA)
Y no solo los animales han sido, a veces, víctimas del gran poder de las plantas. El baladre y el acónito se han utilizado con finalidades criminales algunas veces, por sus principios activos. Encontramos algunas con muy mala fama, como la escopolamina, poco común en Andorra, tristemente conocida por haber protagonizado muchos titulares de sucesos. Es la temida burundanga, que anula la voluntad y, además, borra la memoria. Sus efectos, sumados a que la víctima no lo detecta, al no saberlo y ser incolora e inodora, hacen que muchas veces se utilice para cometer delitos sexuales. Merece un capítulo aparte el estramonio o hierba del topo, una planta altamente tóxica que, en la edad media, se asociaba a la brujería y contiene alcaloides que pueden provocar convulsiones, arritmias e incluso la muerte. Frutos, ensaladas y verdura En cuanto a los usos alimentarios de las plantas, se consumían, y se consumen, sus frutos, cocidos o en ensaladas silvestres. Entre ellos destacan las fresas silvestres, las frambuesas (muy antioxidantes) y los arándanos. Como verduras, se consumen cocidas la bolsa de pastor, un tipo de espinacas salvajes, y las ortigas, que también se pueden hacer en tortilla. Y en cuanto a las ensaladas silvestres, las protagonistas son los berros y la achicoria amarga. Otros usos eran más poéticos: con una variedad antigua de rosal extremadamente aromática, por ejemplo, se lavaban los ojos de los recién nacidos. ¿Y la grandalla, la flor nacional de Andorra? Pues no le busquemos propiedades medicinales ni alimentarias, pero en el terreno ornamental y, sobre todo, aromático es prácticamente imbatible. La sangrienta historia del ‘Aconitum’ Según la mitología griega, esta planta surgió de la espuma que sacaba por la boca Cerbero, el perro de tres cabezas, cuando Hércules lo sacó del infierno. Desde tiempos inmemoriales, se conocen sus peligros. Su nombre procede del vocablo latino acon, que significa ‘dardo’, porque diferentes pueblos la utilizaron para envenenar las puntas de las flechas. En la Grecia clásica, en la isla de Kios, estaba regulada y se utilizaba en la eutanasia de las personas mayores o enfermas. Los envenenadores oficiales de la Antigua Roma la utilizaron con mucha frecuencia. Los druidas y brujos la empleaban para echar a los malos espíritus, y también se utilizó como veneno judicial en la edad media, igual que la cicuta. El Consejo de los Diez fue uno de los máximos órganos de gobierno de la República de Venecia entre 1310 y 1797. Operaba en secreto y sus sentencias eran inapelables, incluso la pena de muerte, muchas veces por veneno de aconitina. El acónito es el veneno que Romeo se traga en su desespero cuando cree que Julieta está muerta. También aparece en la historia de 1891 de Oscar Wilde El crimen de Lord Arthur Savile, así como en el libro de Pío Baroja El árbol de la ciencia, en el que el protagonista, Andrés, es envenenado con este compuesto. Grigori Mairanovski, el profesor veneno o el Menguele ruso, de 1938 a 1946 dirigió un centro de investigación toxicológica centrado en desarrollar venenos letales y sus antídotos. La aconitina se utilizó para eliminar a disidentes políticos y enemigos del pueblo soviético. Las heridas producidas por proyectiles al jefe de la SS en Minsk, Kurt von Gottberg, no eran graves, pero murió al cabo de seis horas. Estudiados los proyectiles en los laboratorios de la Gestapo, descubrieron que estaban preparados para liberar contenido tóxico (28 mg de aconitina).