“El cóndor andino es una especie amenazada en el país”.elciudadanoweb.com. 15/01/18. Rayen Estrada Pacheco estudia el uso de cebos tóxicos como problemática de conservación.Rayen Estrada Pacheco es becaria doctoral del CONICET en el CICyTTP sito en Diamante (Entre Ríos), estudia el uso de cebos tóxicos como problemática de conservación del Cóndor Andino (Vultur gryphus) y especies que interactúan en carroñas.Leer también:Cambiar la idea sobre el cóndor,la mayoría de los ganaderos cree que es una especie perjudicial
Pictograma de un cóndor en Cerro Colorado
(Sertox)
Es integrante del Programa de Conservación del Cóndor Andino (PCCA). —¿En qué consiste tu trabajo? —En el proyecto de tesis doctoral que llevo a cabo junto a mis directores -los Dres. Carlos Piña y Carlos Borghi- y junto a la Fundación Bioandina, estamos evaluando cómo la problemática del uso de cebos tóxicos está afectando al cóndor andino, que es una especie amenazada en el país. Mi trabajo se divide en tres grandes partes: a) la social, con la realización de encuestas a productores ganaderos porque el uso de cebos tóxicos es una práctica que se inicia en un conflicto entre la ganadería y los predadores, b) el estudio de la ecología de carroñas, para evaluar las especies que se alimentan de ellas y las interacciones que tienen lugar en una zona que es de suma importancia para la conservación del cóndor y c) el análisis de casuísticas del Centro de Rescate del Cóndor Andino, que creó el PCCA y que cuenta con una gran cantidad de datos de ejemplares que vienen de todo el país con distintas problemáticas. —¿De qué trata el uso de cebos tóxicos? —Es una práctica netamente ganadera que está relacionada con un conflicto del productor que sufre la predación de sus animales provocada por pumas, por zorros o por perros, o por algún otro carnívoro silvestre que ataca su ganado. Cuando el productor toma conocimiento de esto coloca, a veces, veneno en la carroña del animal que mató el predador, esperando matar al individuo que predó su ganado. Pero, vemos afectados a los cóndores porque son carroñeros, bajan a alimentarse de esa carroña y mueren ellos en lugar de que lo hagan los carnívoros-problema. Es una práctica que existe desde hace muchísimo tiempo pero ahora la estamos visibilizando más, y de hecho hubo tres eventos de conocimiento público que fueron el de Jujuy –con 19 cóndores muertos–, el de Mendoza –con 34, en enero de 2018– y el de Patagonia, más reciente, con 23 cóndores. —Desde el Centro de Rescate que mencionaste, ¿realizan acciones para corregir esta situación? —Sí, trabajamos estrecha e intensamente con las Direcciones Provinciales de Fauna y estamos tratando de difundir la problemática y capacitar, de manera conjunta, al personal porque el uso de estos venenos es peligroso tanto para el productor como para el técnico que está en campo. Entonces, necesitamos generar vínculos para poder capacitar a la gente y que sepa cómo se toman las muestras y cómo se opera ante un evento de envenenamiento de fauna silvestre, implique cóndores o no. ¿Por qué destaco esto? Debido a que muchas veces mueren jotes (aves carroñeras autóctonas, de menor tamaño que el cóndor) y no nos enteramos porque nuestro objeto de estudio son los cóndores. Esas grandes mortandades a las que aludí en el párrafo anterior sirvieron, de alguna forma, para que todos nos pusiéramos en alerta y avisáramos a las autoridades competentes elevándoles denuncias a través de cartas. Como resultado, ya estamos empezando a trabajar en algunas ideas y en medidas tendientes a cubrir todo el territorio nacional. —El cebo tóxico, ¿de qué manera afecta la vida silvestre? ¿Impacta también en la salud humana? —Por lo general, cuando aparece un caso típico de envenenamiento vemos la carroña envenenada perteneciente, por ejemplo, a un caballo o a una oveja que fue predada, y en los alrededores, muy cerca, yacen cóndores u otras aves. A veces, también encontramos perros o algún mamífero silvestre, por ejemplo, un carroñero oportunista, muertos. Esta es una problemática que visibilizamos a través del cóndor pero, en realidad, está afectando a una gran cantidad de especies y eso es lo que estamos tratando de estudiar. Queremos saber en cuántas especies puede estar impactando así podemos revertir este problema que tiene mucho que ver con conductas sociales. En cuanto a la salud humana, hay un tema importante que considerar porque los venenos que se usan son agrotóxicos el poblador o el productor ganadero los compran y los aplican en una carroña. Al colocar el veneno también puede verse afectado el productor porque estos tóxicos son organofosforados o carbamatos y pueden ingresar en el cuerpo humano a través del tacto, de las mucosas o por inhalación de los vapores que se generan. Y de ahí la alarma, porque debido al mal uso o al desconocimiento también pueden intoxicarse las mismas personas que lo aplican si no toman las previsiones adecuadas. Por eso también los técnicos a campo deben contar con una protección. —¿En qué regiones argentinas pueden ocurrir estas mortandades? —Como dije antes, los eventos están ocurriendo en todo el país; no son particulares de una provincia o de una región. Hubo casos en Jujuy, Mendoza y en la Patagonia, pero también en otras provincias, con menos cantidad de cóndores muertos en estos casos. Es una problemática que existe a nivel nacional porque en todos los lugares donde hay ganadería y conflictos con pumas, perros o zorros puede llegar a ocurrir esta situación. La información que recibimos en el Centro de Rescate del Cóndor Andino nos permite programar las actividades de prevención con los Estados provinciales. —¿Por qué es importante estudiar el cóndor? —Porque es una especie amenazada en el país. Es un ave que se distribuye en toda Sudamérica y a nivel global se lo considera “cercano a la amenaza”, es decir que ya está en una instancia de conservación importante. Los cóndores tienen mortandades muy bajas cuando son adultos, entonces, cuando por el uso de veneno en una sola carroña mueren muchos individuos, es muy preocupante para la población porque son aves que viven muchos años, que tienen bajas mortandades naturales y tardan alrededor de doce años en llegar a la adultez, y a ser maduros sexualmente. Sus muertes son pérdidas ambientales muy graves. Por eso es importante estudiarlo, y como es el carroñero de mayor tamaño -el ave voladora más grande del mundo- es el que primero abre los cueros de grandes animales, un hecho que facilita la ingesta de los carroñeros de tamaño inferior. Estudiar esta especie y a sus principales amenazas permitirá diseñar acciones que conserven no solo al cóndor sino también a otras especies y sus ecosistemas. —Dado que te desempeñás en Diamante, ¿cómo realizás tu trabajo con relación a un ave que habita una región tan lejana como la andina? —No es sencillo. En Diamante, junto con Carlos Piña, uno de mis directores, realizo el trabajo de gabinete. Y luego viajo bastante, pero muchas veces lo hago a fin de realizar capacitaciones que permitan generar lazos con otras provincias para que el trabajo no dependa de una sola persona. Y obviamente, ante cada evento de envenenamiento me traslado a donde sea necesario, en eso también consiste mi trabajo de campo. —¿Cuáles son los resultados más relevantes que has obtenido hasta ahora? —Con los análisis de casuísticas de todos los cóndores que han ingresado al Centro de Rescate en todos estos años, y junto con la Fundación BioAndina, los análisis que estamos haciendo nos permiten establecer que la problemática del uso de cebos tóxicos es la que más cantidad de individuos está involucrando, así que es preocupante, comparado con otras problemáticas que pasan a ser menores. El cóndor tiene distintas problemáticas de conservación pero el envenenamiento, al menos actualmente, es la causa principal y la que involucra a más cantidad de individuos. Otro aspecto que estamos viendo es que, en general, las causas antrópicas son las que más están afectando a los cóndores -las naturales solo afectan al 5% de las aves-. Al mismo tiempo, los análisis toxicológicos que estamos realizando en los buches de los cóndores envenenados revelan la presencia de organofosforados y carbamatos, algunos permitidos, algunos prohibidos. Detectar el tipo de tóxico ayuda para emprender acciones legales y para entender que en nuestro país necesitamos la trazabilidad de todos los agrotóxicos. Es evidente que cualquier persona, independientemente de su actividad, y aun en lugares remotos, está accediendo al veneno, una realidad que una no espera encontrar. Los estudios toxicológicos nos están sirviendo para analizar todas estas situaciones. También hemos detectado que los individuos que están más perjudicados por esta problemática son generalmente adultos.