No muchas historias que empiezan con vacas terminan salvándonos la vida.La primera observación que ayudó a seguirle la pista a la mortal y desconcertante condición se dio cuando se dieron cuenta de que cuando las vacas se alimentaban de heno de trébol de olor, sangraban más, particularmente cuando el clima era húmedo.Entre más lluvia, más muertes. Y era invierno.
Probablemente no se parecían a este pero los conejos también tienen un papel protagónico en esta historia.El misterio atrajo la atención del veterinario canadiense Frank Schofield, patólogo del la Escuela de Veterinaria de Ontario, quien notó que las vacas que morían eran las que habían consumido heno infectado con moho.Normalmente, el heno mohoso se desechaba pero, dada la situación económica, lo habían estado usando.Para comprobar su teoría, Schfield condujo un experimento en el que alimentó a unos conejos con heno seco y a otros con húmedo y deteriorado. Estos últimos corrieron con la misma suerte que las vacas y murieron en nombre de la ciencia.Al mal se le empezó a conocer como "la enfermedad de trébol de olor".
Melilotus alba y Melilotus officinalis: la planta en la que está parado el pájaro, a las vacas les dio una enfermedad y a nosotros un remedio.
Vacas, heno y nieve: una combinación que puede ser mortal.
Si mataba a las vacas y a los conejos, ¿serviría para controlar esta plaga?
Por más que trató, no pudo suicidarse.
Antes de la warfarina no había un anticoagulante oral efectivo. El que había tenía que ser aplicado por vía intravenosa, lo que no se presta para tratamientos de largo plazo.