Los hallazgos de este equipo de investigadores de la Universidad de Michigan (EE.UU.) sugieren que el mercurio, incluso a niveles considerados habitualmente como seguros, se asocia con enfermedades autoinmune. «No sabemos exactamente por qué algunas personas desarrollan trastornos autoinmunes», señala Emily Somers, autora del trabajo. «Un gran número de casos no se explican por la genética, por lo que creemos que estudiar los factores ambientales nos ayudará a entender por qué se producen estas patologías y cómo podemos intervenir para mejorar la atención de estas pacientes». En nuestro estudio, apunta, «la exposición al mercurio se presentó como el principal factor de riesgo para la autoinmunidad».