Se espera que se reduzca la alta mortandad entre las abejas tras la prohibición en la UE de tres pesticidas neonicotinoides dañinos para los insectos polinizadores. Es común su uso en ciudades para evitar la proliferación de las llamadas malas hierbas, aunque Madrid limitó su uso el pasado 2017 por considerar que puede “afectar al normal funcionamiento endocrino”. Pero, aunque nadie ha conseguido probarlo concluyentemente, sí que podría estar entre las sustancias que repercuten negativamente en la vida de las abejas.