En España, la mitad de los residuos plásticos van a parar a los vertederos sin ser reciclados, y muchos llegan a los océanos por vías fluviales. En el medio marino los procesos de degradación son más lentos, lo que agrava el impacto medioambiental de estos desechos, que ya de por sí son muy persistentes y fáciles de dispersar. Por ejemplo, un hilo de pesca tarda en degradarse 600 años; una botella de plástico, 500; y una colilla, entre uno y cinco. Por esta razón se pueden encontrar en todos los océanos del mundo, y de los 50 billones de fragmentos que se estima que hay solo el 15 % está en la superficie, mientras que el 70 % se acumula en el fondo marino.