Desde 1933 el gobierno de Adolf Hitler desplegó una estrategia represiva antidroga con serias consecuencias para quienes llevasen adelante una conducta adictiva. Se basó en La Ley del Opio del Reich. La Alemania nazi escarmentaba al adicto, lo encerraba y no le evitaba el cuadro de abstinencia. Los adictos a narcóticos fueron estigmatizados como “personas psicopáticas”. Se les impedía el matrimonio y la descendencia. La política antidroga sirvió de vehículo de exclusión, represión y exterminio: judíos y drogas se fundieron en una unidad tóxica e infecciosa. Al mismo tiempo un grupo de farmacólogos del Reich en 1937 crearon una droga que tenía la propiedad de quitar el sueño y el hambre y producían euforia.