A diferencia de las abejas, los abejorros siempre acuden a las mismas flores. ANDRÉS ARCEEn un experimento controlado, los científicos comprobaron que, como si estuvieran dopados, los insectos volaban muy rápido al principio para dejar de hacerlo ya exhaustos tras unos centenares de metros. En un entorno real, un vuelo tan corto no permitiría al abejorro regresar a la colmena con la misión cumplida.
Los abejorros volaban suspendidos gracias a unos imanes y una pequeña placa de hierro sobre su tórax. DANNY KENNA/IMPERIAL COLLEGE LONDON