La tragedia de la basura electrónica. EL 75% de los residuos electrónicos no llega a las plantas de reciclaje. Por Miguel G. Corral. elmundo.es.28/05/14. Un hombre pasea por un vertedero de residuos electrónicos en un suburbio de Acra, la capital de Ghana. Camina pisando pantallas rotas, carcasas de ordenadores y teclados. Pero va buscando algo concreto, pistas que poder seguir en su investigación. Mike Anane es un periodista ambiental local. De pronto, ve una inscripción sobre una carcasa rota: Leeds City Council. Tiene lo que buscaba. ¿Cómo ha terminado un ordenador achatarrado perteneciente a un ayuntamiento de Reino Unido en un vertedero de Ghana si la exportación de residuos electrónicos está prohibida en la Unión Europea? Habrá que preguntárselo al propio ayuntamiento de Leeds.Leer relacionado:Basura electrónica (baterías, pilas, pantallas, etc.) nociva para el medio ambiente y para la salud
Residuos…
(Sertox)
El inicio del nuevo documental de la realizadora alemana residente en España Cosima Dannoritzer (Dortmund, 1965), La tragedia electrónica -producido por Mediapro en colaboración con varias televisiones públicas como TVE, Arte France o Al Jazeera-, refleja con un ejemplo sencillo una realidad que las sociedades de los países industrializados parecen haber interiorizado y ven como una normal sucesión de acontecimientos, a pesar de estar prohibida desde 1992 por la Convención de Basilea. Todos los países del mundo han ratificado este acuerdo, excepto en Estados Unidos y Haití.La exportación de residuos peligrosos, incluidos los electrónicos, está prohibida desde el año 1992
El nuevo largometraje de la autora de Comprar, usar, tirar (2010) -documental que abordaba los efectos de la obsolescencia programada por los fabricantes industriales y que tuvo un enorme impacto en todo el mundo- se estrenará el 30 de mayo en Barcelona y el próximo día 1 de junio será emitido por el programa de Televisión Española Documentos TV.
Cada año, los países desarrollados producen hasta 50 millones de toneladas de residuos electrónicos como ordenadores, televisores, teléfonos móviles, electrodomésticos… Y, según el documental de investigación, el 75% de todos ellos desaparece del circuito oficial y una buena parte se exporta ilegalmente a África, China o India. Los datos oficiales de la Unión Europea señalan que dos terceras partes -el 66%- de los residuos electrónicos del continente no se reciclan adecuadamente en plantas homologadas. «Se calcula que el tráfico de residuos electrónicos mueve ya más dinero que el negocio de la droga», narra Dannoritzer en el documental.
País por país, cada caso es diferente. Según las investigaciones que refleja el documental, en España el problema parece estar más en la negligencia y el tratamiento inapropiado en chatarrerías. Belén Ramos, de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), colocó con su equipo 16 rastreadores por satélite en residuos electrónicos que depositó en distintos puntos de toda España para comprobar si llegaban a plantas de reciclaje. De los 16 aparatos, sólo cuatro llegaron a plantas de reciclaje homologadas. El resto, un 75%, se eliminó ilegalmente. «Hay tanta gente interfiriendo en el sistema legal de reciclado, que será un milagro que alguno, por lo menos en España, llegue a una planta oficial», dice Ramos en el largometraje.
Pero, como pudo comprobar Mike Anane por sí mismo, en otros lugares se viola con asiduidad la prohibición de la Convención de Basilea de exportar a terceros países los desechos peligrosos. El 100% de la basura electrónica que se genera en Europa cuando los aparatos se estropean o quedan obsoletos debería gestionarse de forma controlada y con garantías sanitarias y ambientales dentro de las fronteras de la Unión Europea.
Sin embargo, alrededor del 10% de los 1,4 millones de toneladas de residuos electrónicos que produce Reino Unido se exporta ilegalmente, es decir, entre 100.000 y 140.000 toneladas de basura, en algunos casos, peligrosa. Y desde Alemania, cada semana parten hasta 100 contenedores con este tipo de residuos con destino a Ghana.
Los residuos electrónicos contienen, entre otros materiales, metales preciosos como oro y plata y también cobre, plomo y tierras raras como el lantano, el terbio o el neodimio, muy cotizados por la industria electrónica. Según refleja el documental, Europa gasta en la actualidad 130.000 millones de euros al año en importar metales estratégicos y parte de esa demanda se podría cubrir a través del reciclado de estos desechos.
Y, aunque sin garantías de salubridad ni de seguridad laboral ni ambiental, eso es lo que se hace en los países de destino de los residuos provenientes de Europa o de EEUU. De 50.000 teléfonos móviles se pueden extraer hasta un kilogramo de oro y 10 kilos de plata, valorados en más de 40.000 euros. Y la UE sólo recicla el 1% de los móviles que quedan en desuso.
En Estados Unidos no está prohibida la exportación de estos residuos y, según Joan Úbeda, productor ejecutivo del documental, el 60% de los que salen del país van a parar a China. Hasta el puerto de Hong Kong llegan cada día 63.000 contenedores, por lo que es imposible controlar al 100% la entrada ilegal de materiales. Se calcula que hasta 100 de ellos contienen residuos electrónicos. El equipo de rodaje tuvo que contar con personal chino para poder adentrarse en Guiyu, el mayor basurero electrónico del mundo. Y las prácticas de extracción de materiales que refleja el documental con toda crudeza dejan el corazón helado. No hace falta ser un experto ambientalista para comprobar la aberración que supone para el entorno y para la salud de los trabajadores. «Pero el coste de la obtención de materiales valiosos en Guiyu es una décima parte que lo que costaría en Europa o en EEUU», dice Úbeda.
«A China no pudimos viajar nosotros porque tienen mucha vigilancia y no nos dejarían grabar», aseguró ayer a EL MUNDO Cosima Dannoritzer, tras la presentación del largometraje en Madrid. «Pero de Ghana volvimos con problemas en la piel por el humo de los materiales que queman, imagina lo que debe ser respirar ese aire cada día… Los niños que se crían allí tienen muchísimos problemas de salud».
Leer artículo relacionado: El lado tóxico de la globalización. Por Antonio Cerrillo. lavanguardia.com. 30/05/14. El documental ‘La tragedia electrónica’ desvela la falta de control en las exportaciones de piezas peligrosas al tercer mundo. Guiyu, cerca de Hong Kong, es una de las ciudades chinas en donde se reciclan ilegalmente residuos electrónicos a escala mundial. Su atmósfera es corrosiva. Sus calles son un plató delirante que parece preparado para el rodaje de una película en donde el reciclado protagoniza una maldición dantesca. El 80% de su población trabaja en sus patios de almacenaje de desechos electrónicos en unas condiciones deplorables. Hasta aquí han llegado la basura electrónica de Estados Unidos y otros países desarrollados. En la calle, los trabajadores cocinan a altas temperaturas las placas de circuitos integrados informático para eliminar las soldaduras y aprovechar sus componentes, o utilizan soluciones ácidas para obtener cobre, aluminio y oro, cuyas emisiones contaminan los arroyos. Pero uno de los tesoros más buscados son los chips informáticos, un negocio muy lucrativo. ¡Gran paradoja! Chips incorporados en equipos viejos, enviados desde EE.UU. o Japón, tal vez sean devueltos camuflados como material en equipos de nueva factura. El trabajo callejero de Guiyu aparece con minuciosidad en el documental La tragedia electrónica, dirigida por Cosima Dannoritzer y producida por Joan Úbeda, que nos ilustra cómo la exportación de residuos electrónicos a los países en desarrollo se ha convertido en la cara más tóxica de la globalización. El documental se presenta el viernes en el festival Docs de Barcelona (CCCB) y podrá ser visto el domingo en Documentos TV (La 1, 23 horas). Una vez clasificados y limpios, las circuitos integrados y otros componentes de las placas base se preparan como si fueran nuevos para fabricar otros aparatos electrónicos, y se venderán en centros especializados (como en Shenzhen, que su particular fiebre del oro), en donde se exhiben sin que se pueda ya saber si es un chip nuevo, reacondicionado o retocado. La inseguridad creada ha hecho es que algunas empresas europeas hayan decidido revisar los lotes de todos los chips con rayos X para prevenir los riesgos de accidentes con los materiales defectuosos, pues ya ha explotado que estuvo sobrecalentado. Causa escalofrío pensar que algunos de estos componentes pueden ser utilizados en sistemas que forman parte de nuestra vida cotidiana, en trenes, coches, nucleares u hospitales. El documental de Dannoritzer/Úbeda denuncia la incapacidad de la UE para poder controlar sus exportaciones de residuos tóxicos al tercer mundo (pues sólo se pueden enviar si el equipo sigue funcionando). Pero el material tóxico viaja entre la chatarra. Es imposible un control completo en los puertos de salida. En Hamburgo, un policía portuario está medio día para registrar un contenedor, pero cada día salen 10.000 contenedores de este puerto. Mientras, EE.UU. celebra sus fiestas del reciclaje, donde los ciudadanos entregan de forma despreocupada sus equipos viejos a entidades benéficas, sin saber que acabarán en el tercer mundo. EE.UU. es el único país del mundo junto con Haití que no ha ratificado el Convenio de Basilea, que prohíbe exportar sus residuos tóxicos al tercer mundo. La Administración Obama es la principal generadora de esta basura. Incluso adjudica la subasta a quien le haga pagar menos, con lo cual la contaminación se deslocaliza y viaja a miles de kilómetros. Cada día salen de EE.UU. entre 20 y 25 contenedores con residuos electrónicos, y dos terceras partes van a Hong Kong, China no exige pagar este daño ambiental. Pero la venganza puede viajar en un chip.
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