Sin embargo, en 1950, un especialista en anatomía del oído analizó esto en detalle en un trabajo titulado "Shakespeare en el oído, nariz y garganta" y concluyó que, debido a que el asesinato tuvo lugar en una "hora tranquila" y que el rey se encontraba "saciado de pan", podría encontrarse sumido en un profundo sueño.


