Dictadura química. lavanguardia.es. 12/12/09. El gobierno de Pinochet fabricó sustancias nocivas para eliminar a opositores. Los militares produjeron gas sarín y toxina botulínica, entre otros agentes químicos.El asesinato por envenenamiento del ex presidente chileno Eduardo Frei Montalva, que acaba de ser confirmado judicialmente, es sólo la punta del iceberg de la siniestra maquinaria de la dictadura del general Augusto Pinochet. Los servicios secretos desarrollaron productos químicos para eliminar a opositores sin dejar rastro, y experimentaron cruelmente esas sustancias con un número indeterminado de personas.
…como la punta del témpano…
(Sertox)
El personaje clave en esta turbia trama es el químico Eugenio Berríos. A partir de la investigación por su asesinato la justicia está desenmarañando el ovillo y estableciendo otros crímenes por envenenamiento, incluido el de Frei Montalva. Los restos de Berríos fueron hallados en 1995 en una playa de Uruguay con dos balazos en la cabeza. El químico había sido sacado oportunamente de Chile en 1991 por la inteligencia militar, justo cuando un juez lo había citado a declarar en la causa por el asesinato en 1976 en Washington del ex ministro de Exteriores de Allende, Orlando Letelier. Una bomba colocada por Michael Townley, agente de la CIA y de la DINA (la policía política de Pinochet) mató a Letelier. Entonces, ¿qué tenía que ver Berríos? En un principio, se pensó en matar a Letelier con gas sarín, elaborado por Berríos en un laboratorio clandestino instalado en casa de Townley, en un barrio militar de Santiago. Townley llegó a viajar a Washington con un frasco de Chanel n.º 5 rellenado con sarín. Las distintas investigaciones han establecido que la primera víctima conocida de ese gas fue Renato León Zenteno, registrador de la propiedad santiaguino, asesinado en 1976. Zenteno se negaba a cambiar de nombre propiedades que pertenecían a detenidos- desaparecidos. El cabo de la DINA Manuel Leyton fue la segunda víctima. Detenido por la policía por conducir un coche robado a un detenido- desaparecido, agentes de la DINA se enfrentaron físicamente a policías para rescatarle, pero cuando un juez lo citó a declarar, fue eliminado en 1976. Ese mismo año, con el mismo método, murió el diplomático español Carmelo Soria. Y hay sospechas de que otro ilustre envenenado fue el general enfrentado a Pinochet, Augusto Lutz, en 1974. La DINA controlaba en Santiago la clínica London, donde eran llevados algunos detenidos con quienes se les había ido la mano e interesaba mantenerlos con vida. Allí, además, se experimentaba con prisioneros para probar las sustancias que fabricaba Berríos. En esa clínica trabajaban prestigiosos médicos, que también mantenían consultas en la zona alta de Santiago. Uno de ellos, el coronel médico Patricio Silva, encarcelado esta semana por la muerte de Frei Montalva. Un juez descubrió hace un año la existencia de un recinto de detención secreto en Santiago del que hasta entonces no se tenía noticia porque nadie salió con vida. Ahora, testigos han explicado que en esa cárcel se experimentaba con productos químicos. De la casa de Townley, Berríos pasó a fabricar armas químicas en el Complejo Químico Industrial del ejército, cuyo director sería también asesinado años más tarde. Se dice que allí también se producía cocaína. Hay constancia de que agentes químicos como toxina botulímica viajaron en valija diplomática en vuelos regulares desde la embajada chilena en EE.UU. a Santiago. Berríos, el hombre que sabía demasiado, fue eliminado cuando Pinochet ya no era presidente, pero seguía al frente del ejército. La prestigiosa periodista Mónica González lleva años investigando estos casos. Su primera denuncia data de 1984, en plena dictadura. "Aunque el trabajo de Berríos tenía sobre todo como objetivo hacer desaparecer sin rastro a opositores, los militares también se plantearon la producción de químicos como armas de guerra y planificaron envenenar el agua de Buenos Aires", declara González a este diario. Berríos creó ese veneno y también su antídoto. "Las armas químicas están prohibidas en el mundo. Queremos saber si esas armas se han eliminado", insiste González.