"Pesticidas, fungicidas, antibióticos, hormonas… nos comemos todo ese veneno" Anthony Suau*. quesabesde.com. 15/05/14. *Con dos primeros premios World Press Photo en su haber y una larga carrera en Europa, Anthony Suau lleva dos años trabajando en “Organic Rising”, un proyecto fotográfico culminado por un documental en fase final de producción para el cual intenta conseguir financiación por la vía del micromecenazgo. El de Brooklyn muestra al mundo los supuestos problemas del uso de alimentos genéticamente modificados, los llamados transgénicos, pero sobre todo se centra en la viabilidad de un movimiento alternativo, capaz de alimentar a todo el mundo y con un creciente impacto en los mercados.
Anthony Suau
"Viví durante 20 años en Europa y he viajado por todo el mundo, pero al volver a Estados Unidos a finales de 2007 me resultaba muy complicado comer y gané peso muy rápidamente. Empecé a informarme bien y me llevó algo de tiempo comprender cómo es el sistema alimentario aquí, donde los alimentos genéticamente modificados están permitidos, a diferencia de Europa pero con la excepción de España.No hay evidencias que demuestren que los GMO [organismos modificados genéticamente, en sus siglas en inglés] provoquen enfermedades porque no hay suficientes estudios al respecto. Precisamente por eso creo que es mejor evitarlos. Hay mucha química en todo ello y no se sabe si a largo plazo serán perjudiciales por falta de esos estudios, así que no creo que haya necesidad de hacer de ratas de laboratorio.El verdadero problema es que el objetivo principal de las modificaciones es obtener variedades resistentes a los pesticidas y fungicidas para poder usarlos de forma masiva, ya que matan cualquier otro organismo. Y en Estados Unidos hay que añadirle el gran problema de los antibióticos que suministran a los animales en las granjas debido a las pobres condiciones en que los hacinan. Esto provoca problemas de resistencia: más de 20.000 personas mueren al año por infecciones bacterianas que no pueden ser tratadas debidamente.Sabemos que se utilizan grandes cantidades de productos químicos que, a través de las plantas y animales que comemos, llegan a las personas. Pesticidas, fungicidas, antibióticos, hormonas… nos comemos todo ese veneno.Todo esto ocurre porque [la industria alimentaria] es un gran negocio en Estados Unidos y hay gente que quiere aprovecharlo, como Monsanto y otras compañías que crean GMO y pesticidas. Y por otra parte están unas pocas compañías agroalimentarias que controlan el 78% de los productos que se pueden encontrar en el supermercado. Esto crea muchas dificultades a la hora de conseguir productos orgánicos, sobre todo lejos de las grandes ciudades, donde no hay tiendas que los ofrezcan.Hay otro problema: los precios de estos productos son mucho mayores. Los alimentos cultivados de forma tradicional están subvencionados, lo que hace que los precios en el supermercado sean bajos. No se pueden comparar estos precios porque no son reales. Cuando consumes productos no orgánicos ya los has pagado antes con tus impuestos.Dicho esto, los orgánicos requieren de un control más manual porque no se utilizan pesticidas. Sin duda es más caro producirlos. Pero lo importante es si quieres pagar más por alimentos de calidad y tener una vida sana o acabar pagándolo en facturas al médico cuando seas mayor por haber ingerido productos tóxicos, con venenos e ingentes cantidades de azúcar.Hace casi dos años comencé a trabajar en este proyecto y así fui entendiendo mejor cómo funciona la producción de estos alimentos que han de ser cultivados bajo unos estándares muy estrictos para poder etiquetarlos como orgánicos. Conocí a granjeros y productores que son fantásticas personas y que no solo intentan conseguir productos de gran calidad, sino también establecer alrededor de sus granjas comunidades que estén interesadas en el movimiento. Hasta el punto que se organizan comidas comunitarias e incluso festivales.Estas granjas son muy diferentes de esas que están destinadas a generar cuanto más dinero mejor. He viajado por todo el país fotografiándolas y me he dado cuenta de que simultáneamente al auge de este tipo de producciones, la gente está cada vez más atenta a lo que come. También la prensa se está haciendo mucho eco de ello. Se prevé que en pocos años el 30% del consumo sea orgánico, y esto ya está repercutiendo en Wall Street.Escuché historias de agricultores en Iowa que tratan con pesticidas sus campos de producción, pero que destinan una pequeña parcela de cultivo orgánico para sus familias. Ni los propios agricultores quieren comer GMO.Las granjas y los cultivos orgánicos no son producciones enormes, son más pequeñas, más familiares, con menos trabajadores. Tienen otro aspecto. En parte buscaba eso a la hora de fotografiarlas; esa apariencia más rústica que tenemos en nuestro imaginario. Son más bonitas y fotogénicas, con una belleza y un encanto mucho más visual que una granja convencional.Esta foto está hecha en la Freewheelin’ Farm, en Santa Cruz, California. Es una granja muy pequeña, de unos siete u ocho acres [unas tres hectáreas], donde todo se hace de forma manual. Predominan todas estas texturas, las mangueras que representan el agua y elementos como las mesas de madera y el contrapunto de esos calabacines naranjas. Son cosas que no encontramos en grandes producciones.Al margen de las fotos, pensé que un documental podría ayudar a comprender mejor todo este movimiento. Ya hemos realizado un 70% del documental, pero estamos recaudando fondos para finalizarlo, principalmente desde la plataforma Indiegogo. Al principio se habla de toda la problemática anterior, pero la idea más importante es explicar qué es este movimiento, qué son los alimentos orgánicos y dar soluciones a los problemas que plantea la industria alimentaria actual.Por ejemplo, hay gente que se pregunta: ¿pueden los alimentos orgánicos alimentar a todo el mundo? La respuesta es sí, pueden, pese al mensaje contrario que lanzan las compañías que dominan el mercado. Y todo ello tiene más cosas positivas, como ayudar a la conservación del suelo y evitar la propagación de pesticidas a través del aire.