Esta revelación se suma al informe negativo elaborado por uno de los científicos argentinos del comité binacional de control sobre el tratamiento de efluentes, que fue realizado en ocasión de una inspección ocular previa a la firma del acuerdo por el monitoreo conjunto a UPM.
La ONG Red de Acción en Plaguicidas y sus alternativas en América latina (Rapal), con sede en Uruguay, afirma que según reportes oficiales de 2009 la planta de celulosa habría volcado al río, en tan sólo un semestre, un total de “74 kilos de mercurio”. La red Rapal, que desde 1983 lucha contra la contaminación y los agrotóxicos, indicó además en su reporte que si bien la Dinama asegura que la ex Botnia cumple con las “mejores técnicas disponibles” para el cuidado del ambiente, al parecer se detectó que la empresa vuelca al río desechos que podrían ser tóxicos. “Las sustancias vertidas están por debajo de los límites permitidos”, aclaró la Dinama. Sin embargo, Rapal advirtió que la planta, al haber arrojado una cantidad importante de mercurio al río, ocasionó que “como resultado de la bioacumulación ya se podría estar consumiendo este mercurio a través del pescado sacado del río Uruguay”.
“Una de las tantas sustancias preocupantes que emiten las plantas de celulosa en su proceso de producción es el mercurio, sustancia ampliamente conocida por sus impactos en la salud y en el medio ambiente”, consignó el informe que fue difundido este fin de semana por la prensa uruguaya y entrerriana. En ese sentido, el estudio explicó que la compañía finlandesa utiliza un sistema de blanqueo denominado “libre de cloro elemental” y agregó que es “mundialmente sabido” que ese sistema de blanqueo –cuyas siglas son ECF– es “contaminante, y dentro de su contaminación está la emisión de muchos elementos peligrosos, entre los que se encuentra el mercurio”. El mercurio es una sustancia tóxica y persistente que cuando se libera al ambiente se deposita en suelo y en agua. Allí se convierte en otro compuesto, metil-mercurio, que se “bioacumula” a través de las cadenas alimentarias y también en los sedimentos. En el informe de la Dinama de agosto del año pasado se incluye también el vertido de otras sustancias que “no serían medibles” de acuerdo con la normativa vigente, pero que también se encuentran en el cauce del río compartido.
“Esto es un reconocimiento, es una confesión del propio poder público del Uruguay ante lo inocultable”, sostuvo a Página/12 el asambleísta Luis Leissa, quien enfatizó que descree que la planta esté volcando desechos al río por debajo de los límites permitidos. Según sospechan en Gualeguaychú, los límites que establece el organismo de control ambiental fueron “adaptados” a la operatoria de Botnia cuando la compañía finlandesa desembarcó en las costas de Fray Bentos. También se quejan de la cantidad de mediciones que no se efectúan del otro lado de la orilla. En sintonía, Martín Alazard, también integrante de la Asamblea Ciudadana, señaló que la revelación de estos datos generó preocupación en la ciudad entrerriana, y advirtió que Uruguay, con tal de “defender a Botnia-UPM”, informa que la planta funciona “dentro de los estándares, pero el mercurio no tiene estándar”. Alazard aseguró que de confirmarse la presencia de esta sustancia en el ambiente “sería grave, porque se trata de un metal pesado, altamente tóxico, que se mete en la cadena alimentaria y provoca problemas muy severos en la salud humana”. En ese sentido, concluyó que “74 kilos constituyen una enormidad como contaminación”.
Esto se suma a lo informado en exclusiva por este diario, cuando uno de los científicos del comité binacional realizó un reporte negativo del tratamiento de efluentes que estaría realizando la pastera, a partir de fotografías del caño vertedero. Ese informe aún no fue dado a conocer por las autoridades argentinas, pero en Gualeguaychú aseguraron que seguirán reclamándolo incluso, si es necesario, por la vía judicial.
Informe: Gabriel Morini.