Efectivamente, los sondeos han demostrado que la mayoría de los fumadores cree que son otros los que están más expuestos a los riesgos del tabaquismo. Incluso piensan que hay marcas menos dañinas que otras, porque los paquetes los engañan. Un ejemplo: una encuesta en Argentina arrojó que los consumidores de cigarrillos light se consideran menos adictos. Sus cajetillas suelen tener colores claros, lo que da la sensación de higiene y seguridad. Las tabacaleras usan las etiquetas para hacer marketing.
La idea de las advertencias sanitarias es contrarrestar ese efecto seductor de los paquetes y a la vez crear conciencia. Las pruebas a su favor son numerosas y contundente. Quizás la mejor demostración son las encuestas. Así, en Tailandia el 53% de los fumadores reconoció que las ilustraciones lo hicieron pensar “mucho” en los riesgos de su adicción, mientras que un 44% admitió que valoró seriamente la posibilidad de dejar de fumar. En Brasil, el 67% de los fumadores admitió que le provocaron ganas de superar su adicción.
En otra encuesta en Australia, el 35% de los ex fumadores subrayó que las advertencias lo alejó del consumo, mientras que al 55% lo ayudó a no recaer. Entre los fumadores, el 57% pensó en dejar de hacerlo y el 34% lo intentó. Los resultados fueron similares en una investigación con fumadores adultos de Estados Unidos y Canadá, donde se encontró que las advertencias provocan intenciones más serias de dejar de fumar porque atemorizan al fumador.
Bonus
Otro personaje de Capusotto que trata el tabaquismo es Jorge Meconio. “Mi éxito se basa en que soy un reverendo hijo de puta. Está comprobado que si sos buena persona podés pasarla bien. Pero si sos un sorete la pasás mucho mejor y te divertís aún más”, confiesa y enseña el protagonista. Y cita algunos casos, como el siguiente: