Serpiente floral Esta serpiente (Rhabdophis tigrinus) extrae toxinas de los sapos venenosos que come, a las que es inmune, las almacena en las glándulas que tiene alrededor de su cuello y las procesa para hacer un concentrado, que rezuma por su piel y que incluso pasa a sus crías en cuanto nacen, para que estén protegidas.
Mariposa Monarca Las mariposas monarca (Danaus plexippus) ponen sus huevos exclusivamente en las plantas de algodoncillo, que producen una savia tóxica. Después de la eclosión, las larvas se alimentan de las hojas de la planta y conservan durante toda su vida adulta, una dosis mortal para sus predadores, en su abdomen.
Ganso africano Esta especie de ganso (Plectropterus gambensis) originario de la zona sub sahariana, además de ser muy territorial, especialmente en épocas de cría y atacar con sus afilados espolones, come un tipo de escarabajos, que producen un veneno llamado Cantaridina, de la que una dosis de apenas 10 gramos es capaz de matar a un hombre.
Sepia de Pfeffer La Sepia de Pfeffer (Metasepia pfefferi) es un buen ejemplo del aposematismo, puesto que tiene brillantes colores que advierten a sus depredadores de su peligrosidad: posee una toxina muy potente, que resulta letal para quien la ingiere.
Picanzo chico También llamado alacaudón (Colluricincla megarhyncha) es una de las tres especies de aves venenosas conocidas. Toma su veneno que resulta altamente tóxico (es similar al de la rana dardo), de los insectos que componen mayor parte de su dieta.
Milpiés Los miriápodos, conocidos vulgarmente como milpiés, no tienen posibilidades de defenderse de sus posibles depredadores, más que enroscándose sobre sí mismos o, en el caso de algunas especies, generando diversas toxinas (fenoles, cianuro de hidrógeno, alcaloides y/o terpenos) que además de oler mal, pueden resultar cáusticas y/o mortales
Mosca española También conocida como Cantárida (Lytta vesicatoria), en realidad no es un tipo de mosca, sino un coleóptero. Es uno de los insectos capaces de producir una sustancia muy tóxica llamada Cantaridina, que además de tener un olor y sabor amargo, irrita la piel y los ojos de los depredadores y puede ser mortal. 