El poder mortífero de los tejos está en la Alameda. Por Anton Lois/ AMIGOS DA TERRAVigo.lavozdegalicia.es. 01/11/15. Un árbol que crece en varias zonas del centro resulta muy venenoso. Justamente hace un año advertíamos que si solamente tuviéramos que conocer una seta, que al menos fuera la Amanita phalloides. Lamentablemente una persona fallecida y cinco ingresadas en solo una semana por su consumo en la zona de Vigo reafirman la idea. Pero como al menos estos días, y ya nos gustaría que fuera con mejor excusa, se habla mucho de las amanitas, que cunda el ejemplo y nuestro protagonista de hoy es un viejo y buen amigo, en este caso un árbol, que alguna relación tiene con lo dichoLeer relacionado: Taxus baccata para curar o matar
El amigo se llama Teixo, tejo o si lo prefieren Taxus baccata. Visto de lejos parece un abeto, pero su aspecto es muy semejante hasta que en detalle comprobamos que sus hojas, pero sobre todo sus frutos que nada tienen que ver con las piñas, lo diferencian mucho de las coníferas. Nuestro amigo arborícola tiene una característica peculiar que es la que viene al caso: es muy venenoso, pero totalmente. Sus hojas son venenosas, su corteza también, sus raíces, su savia, vaya? todo es mortífero. Su única parte comestible es el arillo carnoso que recubre sus semillas, que también son tóxicas, por supuesto, pero aunque ese atractivo fruto, que desarrollan justo estos días de mediados de otoño y que destaca con su color rojo intenso sobre el fondo verde de sus hojas, resulte delicioso tampoco retengan esta información. Producir este veneno, como el de cualquier planta, no es por fastidiar, sino un eficaz mecanismo de defensa para evitar que nadie se lo coma, y hay que reconocer que a los teixos les funciona muy bien, porque a diferencia de otros tóxicos que afectan a unas especies pero son inocuas para otras, en el caso de nuestros amigos su toxicidad es generalizada y con alguna excepción, matan a todo el que se le ocurra echarle el diente. La cosa viene de lejos y ya en el asedio romano a Numacia, cuando los defensores numantinos vieron que la cosa pintaba fatal frente al invasor, decidieron suicidarse colectivamente tomándose una infusión de teixo. Como comprenderán no tenemos datos fiables sobre si su sabor es bueno o malo y desaconsejamos vivamente que nadie haga el experimento. En cualquier caso la cosa les funciona bien, y compensan con este mecanismo de defensa su difícil tasa reproductiva. Sus semillas precisan una víctima propiciatoria para germinar, generalmente un pájaro, que se coma sus frutos y en sus jugos gástricos fertilice las semillas antes de que las mismas se lleven por delante a quien las ingiere. La idea es que a falta de ser eficientes en traer nuevos teixitos al mundo, por lo menos que los existentes duren mucho, y por eso, veneno mediante, no resulta extraño que vivan mil años. Etimológicamente les sonará la raíz común de teixos y teixugos, porque precisamente entre las raíces de los teixos les gusta especialmente a los tejones hacer sus intrincadas madrigueras, y justamente de madera de teixo cuentan que era el arco con el que Robin Hood organizó su célula comunista en el bosque de Sherwood, tanto es así que, por si acaso cundía el ejemplo, en el terruño medieval británico solamente la nobleza podía tener teixos plantados. La cosa viene a cuento porque los tenemos en el vecindario, aunque nuestros dignos teixos vigueses son apenas unos bebés que apenas superan los setenta años. Son poco más de media docena que tenemos en Castrelos, en la avenida Atlántida, en el jardín del colegio Apostol Santiago, en Pi y Margall, y el camino Atalaia. Pero los más accesibles, que coinciden con ser los más pequeñines, están en la Alameda. ___________________________________________________________________________________________________
Leer relacionado: Por qué uno de los árboles más antiguos de Europa cambió de sexo. Por Laura Plitt. bbcmundo. 03/11/15.Podríamos pensar que después de 5.000 años de existencia, ya es un poco tarde para hacer grandes cambios.En invierno es más fácil distinguir a los machos y a las hembras por la presencia de frutos rojos. Sin embargo, la longevidad no parece haber sido un impedimento para el Tejo de Fortingall –uno de los árboles más antiguos de Europa, que crece en un rincón de Escocia–, que hace pocos días sorprendió al público cambiando de sexo."En los registros históricos, este árbol ha sido descrito como macho", le dice a BBC Mundo Max Coleman, del Jardín Botánico Real de Edimburgo, quien notó por primera vez el cambio. "Y es evidente que es macho porque por donde lo mires, verás que tiene partes reproductivas de macho, excepto en una pequeña zona en la corona en la que encontramos frutos", explicó el botánico. Muchas especies de árboles están compuestas por partes femeninas y masculinas. Pero los tejos son o machos o hembras.
Los machos producen unas estructuras esféricas de un color verde amarillento que liberan polen
Los machos, como el de Fortingall, producen estructuras esféricas de un color verde amarillento que liberan polen, mientras que las hembras producen frutos rojos, como los que se observaron recientemente en este espécimen. Aunque el fenómeno se ha registrado en el pasado, Coleman explica que sigue siendo una ocurrencia muy rara. Por otra parte, los cambios suelen darse en una parte más amplia del árbol mientras que en el ejemplar escocés sólo se manifestó en una rama. ¿Estrés?La transformación de macho a hembra se debe un cambio en el balance hormonal de la planta, que controla la producción de los órganos reproductivos.¿Pero qué pudo haber impulsado este extraño comportamiento?
Coleman señala que es importante continuar observando al árbol.
"Esa es la gran pregunta que no aún no hemos podido responder", dice Coleman.Una posibilidad, sugiere el científico, es que el disparador haya sido el estrés ambiental, "como en el caso de que haya vivido una sequía o soportado temperaturas extremas”. "Pero aquí no tenemos conocimiento de ninguna situación de estrés obvia", señala el botánico. Descendientes milenariosOtra hipótesis propone el cambio como un mecanismo de supervivencia.
Coleman y su hijo, con el Tejo de Fortingall detrás.
"Si el árbol estuviese aislado, sin otros tejos para reproducirse, la única manera de hacerlo sería produciendo de tanto en tanto partes del otro sexo para autopolinizarse y dar lugar a una nueva generación". Sin embargo, aclara el científico, este no ocurre con el Tejo de Fortingal, que está acompañado de otros tejos, uno de ellos hembra. No se sabe si el ejemplar volverá a su sexo original en el futuro ni tampoco es posible asegurar a ciencia cierta si no experimentó esta misma transformación en el pasado. "Pudo haber ocurrido, pero si se dio de una manera sutil como ahora, es muy posible que este detalle se haya pasado por alto", asegura Coleman.
Los frutos rojos permiten distinguir con facilidad entre macho y hembra.
"Habrá que seguir observándolo", continúa. Pero más allá de las razones del cambio y la sorpresa inicial que produjo, lo más importante, dice, es que gracias a esta transformación se pudieron obtener, por primera, vez semillas de este árbol único y longevo. "Estamos plantando las semillas ahora", dice. Si germinan, el Tejo de Fortingall producirá sus primeros hijos identificables en miles de años. Las semillas también pasarán a formar parte de un ambicioso proyecto que busca conservar la diversidad genética de los tejos en el mundo.