Una vez que fue detenida y sometida a tortura, dictándose sentencia de muerte contra ella, salió a la luz un enrevesado complot en el que estaban involucrados numerosos miembros de la aristocracia, el clero, e incluso algunos personajes del París más sórdido y miserable que habían colaborado con los nobles para facilitarles ungüentos, pociones e incluso infantes para su sacrificio. Todo apuntaba a que la finalidad de todo ello era el asesinato del mismísimo rey, el mayor de los delitos entonces, el regicidio.La investigación corrió a cargo del jefe de policía de París, Nicolás Gabriel de La Reynie, cuyas pesquisas le llevaron a detener a numerosos miembros de la nobleza –principalmente mujeres– que habían conspirado para utilizar el veneno y las misas sacrílegas con fines para unos satánicos, para otros “amorosos” en un tiempo en el que obtener el favor real convertía a las damas de la corte en mujeres con títulos, tierras y mucho dinero.Para investigar el caso se puso en marcha la conocida como Cámara Ardiente. Todo apuntaba a que la principal proveedora de los venenos era una tal Marie Bosse, más conocida como La Voisin, una especie de adivina en cuya estancia se hallaron pruebas de culpabilidad: ungüentos, venenos y los conocidos como “filtros de amor”. Una vez que la sometieron a tortura se descubrió una trama mucho mayor, y más terrible en la que estaba involucrada una de las amantes y favoritas del rey, la célebre e influyente Madame de Montespan, quien al parecer se había sometido, desnuda, a toda una serie de misas sacrílegas con la intención de no perder el favor real, sesiones durante las cuales se llegaron a realizar incluso infanticidios.En París habían desaparecido muchos niños y lo que descubrieron La Reynie y sus hombres puso espanto en el corazón de las autoridades francesas y en el mismo rey. Aunque éste, finalizado el escandaloso proceso, y para proteger a su amante, mandó destruir todas las pruebas, el jefe de policía guardó una copia de las actas del juicio que fueron descubiertas años después y gracias a las cuales las generaciones posteriores pudieron conocer uno de los sucesos más terribles de la Francia versallesca. Un macabro episodio donde se mezclaban los ritos satánicos con los sacrificios humanos y las ponzoñas con las ambiciones de unos nobles ávidos de poder y de gloria, que nos cuenta Óscar Herradón, Redactor Jefe de la revistas Enigmas.