¡Cuidado con las serpientes autóctonas! losandes.com.ar. 24/10/10. Aparecen en esta época en el pedemonte y la montaña. Algunas son venenosas. Aconsejan no capturarlas.Habitan en Cacheuta, Potrerillos, Uspallata, Villavicencio, el sur mendocino y el pedemonte.Pueden estar abajo de las piedras, entre los árboles o en una cueva, también suelen sorprender en un galpón o en el patio de una casa ubicada en la periferia de la Ciudad. Las serpientes autóctonas son peligrosas y la recomendación de los veterinarios y científicos es no capturarlas. En primavera están más activas, es la época del año en la que más se ven, por eso es importante tener presentes las medidas preventivas en caso de que alguna aparezca. Sigue…
Veterinarios, científicos y médicos son contundentes: no atacarlas, no agarrarlas y en caso de que el animal haya mordido, ir de inmediato a un centro asistencial.
En Mendoza, viven 4 familias de serpientes y 17 especies distintas, pero las que más se ven son 5. Dos tipos de yarará, coral y cascabel, que son las más peligrosas (inoculan veneno); y la falsa coral y culebra ratonera, que son menos peligrosas.
"En general, para poder diferenciarlas a simple vista, las serpientes peligrosas son más robustas y cortas; mientras que las menos peligrosas son más delgadas y largas, pueden llegar a medir dos metros", explicó Fernando Videla, investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en Mendoza.
A estas especies, que tienen distinta distribución en la provincia, hay que tenerles siempre "respeto". "Los ofidios no muerden si no se sienten atacados. Por eso, si aparecen en un sendero, durante un día de camping, hay que alejarse y no atacarlas ni intentar agarrarlas", completó el investigador del Iadiza.
También se han encontrado víboras en los galpones o en los patios de las casas que están ubicadas en la periferia de la Ciudad; en esos sitios suele acopiarse leña y allí viven roedores, animales claves en la alimentación de los ofidios.
"Nosotros hemos ido a buscarlas cuando la gente nos llama. Lo que sucede es que se van muy rápido y aunque no hay que atraparlas, muchas personas lo hacen y las guardan en frascos", explicó Jennifer Ibarra, veterinaria, profesora universitaria y titular de la Fundación Cullunche.
Ibarra señaló que estos animales son importantes para sostener el equilibrio natural, ya que controlan a los roedores. "Y a las víboras se las comen los halcones y las águilas, es decir, forman parte importante del equilibrio ecológico", enfatizó la docente.
Quiénes son
Desde el Serpentario de la provincia, Pedro Paredes detalló que la yarará de cola blanca (que inocula veneno) puede medir entre 60 centímetros y un metro y vive en el pedemonte, en zonas rurales y en la periferia de la Ciudad. Mientras que la yarará ñata es más corta, pero igual de peligrosa (ver infografía).
La coral puede medir hasta 90 centímetros, se caracteriza por presentar anillos completos y está en el grupo de las denominadas antiguamente "venenosas". Puede aparecer en zonas arenosas; a alguna representante de esta familia se la divisó en El Carrizal.
Mientras que las menos peligrosas, como la falsa coral y culebra ratonera, son más delgadas y largas que las anteriores, pueden llegar a los dos metros de longitud y se las puede encontrar en los árboles. "Nunca una víbora peligrosa va a estar en un árbol, éstas no son dañinas; igual hay que respetarlas", dijo la veterinaria de la Fundación Cullunche.
Estas dos especies de serpientes habitan el pedemonte y pueden llegar a los barrios periféricos.
Qué pasa cuando atacan
Si una persona fue mordida por una serpiente necesita atención rápidamente. Pero lo que sucede en los hospitales y centros de salud de Mendoza es que no todos tienen los sueros antiveneno ofídico específico, elemento clave para salvar la vida de la persona, en caso de que la mordedura provenga de una víbora peligrosa.
Según manifestó Esteban Di Bari, director del hospital José Néstor Lencinas, éste es el nosocomio al que derivan los casos. "Pero de todos modos hay que asistir al hospital más cercano para recibir los primeros auxilios", recalcó el médico.
Hasta llegar al hospital, la persona afectada sólo debe ser hidratada (para licuar el veneno), pero no se debe tratar de succionar el veneno ni hacer un torniquete. "El sujeto no tiene que trasladarse, no tiene que comer y lo que sí se puede hacer es lavar la herida con agua y jabón", enfatizó Videla, que desde Iadiza forma parte del Grupo de Ecología y Manejo de Vertebrados Silvestres (Gemaver).
La zona mordida por el ofidio se torna caliente, puede haber un edema, dolor articular e incluso hemorragia. Pero si el animal que atacó es una coral, el efecto del veneno es mucho más rápido, la visión se vuelve doble, se caen los párpados y hay endurecimiento de las extremidades.