Picaduras de peces en verano y la solución de Cornide..lavozdegalicia.es.Por Antonio P. Cribeiro. 12/08/10. Otros años, a estas alturas del verano en el Aquarium Finisterrae ya habríamos recibido un buen número de llamadas de gente particular, o de medios de comunicación, preocupados por las picaduras y otras lesiones provocadas por la fauna marina que habita en nuestras playas. Sin embargo, en esta ocasión no ha sido así. Incluso en los medios tampoco se han visto los extensos reportajes que solían publicar en la época estival sobre este tema.Posiblemente tenga que ver el que la ciudadanía esté bastante bien informada. De hecho, los tratamientos con base de amoníaco hace tiempo que forman parte del lote de pertrechos habituales en las bolsas playeras. Hoy ya todos sabemos que el carácter básico -”contrario” a ácido- de los compuestos amoniacales suele ser muy eficaz para neutralizar gran parte de los venenos de las picaduras de peces y medusas. Sigue…
Lo cierto es que los beneficios del amoníaco para aliviar el dolor de las picaduras se conocen desde la antigüedad. Sin embargo, por entonces no era posible hacerse con una cómoda barrita de After-bite, por lo que había que recurrir a otras barritas, es decir, a las fuentes amoniacales que estuvieran más a mano. Y lo más a mano que había era el pis, esto es, la orina, la micción, una meada en definitiva.
En Galicia tenemos constancia escrita del tema desde hace nada menos que 222 años exactos, cuando en 1788, D. José Cornide Saavedra publicó su conocido “Ensayo de una historia de los peces y otra producciones marinas de la costa de Galicia arreglado al sistema del caballero Carlos Linneo con un tratado de las diversas pescas, y de la redes y aparejos con que se practican”. (Actualmente hay libros más breves que los títulos de antes).
El librito en sí, a mi modo de ver, se halla excesivamente sobrevalorado, pues a la postre no deja de ser una recopilación de notas casi al nivel de un trabajo de Instituto, sin rigor científico alguno, y sin otro soporte bibliográfico que su reiterada remisión al trabajo de ictiólogos franceses como Rondelet (Rondelecio, para Cornide) o algún ilustrado -que no naturalista- español. Su descripción de especies deja muchísimo que desear con frecuentes errores garrafales (aún siendo benévolos al considerar el contexto de la época de la que hablamos). Tiene su mérito la inquietud de este personaje por los más variopintos temas, a veces peces y otras lo que se tercie, pero cabe destacar especialmente su humildad a lo largo de todo el libro, siempre citando las fuentes originales -lo que hoy en día se echa de menos en la mediocridad divulgativa imperante-.
Por ello, he de subrayar que no es Cornide quién se sobrevalora (todo lo contrario), sino que lo ensalzan sus lectores actuales (aunque la mayoría de esos supuestos lectores que tanto lo citan no lo han leído en su vida), ávidos de tener algún “héroe local” para algarabía de las masas, que sirva de nexo de unión de la plebe y enaltezca la raza y lo cojonudos que somos. Y en medio de ese fervor ciego pululan los predicadores contemporáneos, esencialmente políticos, para entre tanto pez pescar votos, que es a lo que se va.
Por ello, considerar a Cornide, como algo así como el primer gran naturalista marino gallego e idealizarlo, es ir demasiado lejos.
El caso es que en la página 25, cuando habla de los peces Thoracicos, y en concreto del escorpión o escarapote, al que denomina “Scorpius capite spinis pluribus, maxilla superiore paulo longiore”, nos cuenta: “La picadura de sus espinas es muy dolorosa, pero su incomodidad se mitiga pasando la parte lesa por la punta del pene”.
Bueno, bueno. Por una parte, se confirma así que hace dos siglos largos ya conocían los efectos neutralizantes del pis sobre el veneno de ciertos peces, pero la frase nos lleva hacia algunas reflexiones: Cornide no habla de mear sobre la parte lesa, sino de pasarla por la punta del pene…. y yo me pregunto:
* Normalmente pican en la planta del pie, al caminar por el agua en zonas rocosas. Y para hacer lo que dice Cornide se requiere no poca flexibilidad, o ser muy afortunado. Probablemente nunca sepamos cual de estas dos eran las cualidades de Cornide. * De hecho, excepto cuando la picadura se produce en las manos, no parece resultar anatómicamente sencillo hacer que la punta del pene alcance la parte lesa, habría que hacer un gran ejercicio de contorsionismo, o, como decía antes, ser muy afortunado. * En ocasiones es totalmente imposible, por ejemplo, en el caso de picaduras en la espalda u hombros. Por muy afortunado que uno sea no alcanzará la parte lesa. Luego ¿cómo haría Cornide entonces? ¿pediría la ayuda desinteresada de algún compañero para mitigar su parte lesa? * ¿Y qué ocurriría si la persona que sufre la picadura no tiene pene, por poner un ejemplo, una mujer?
En fin, creo que ése día Cornide no estaba muy centrado en lo que escribía, le hubiera bastado con hablar de orinar sobre la lesión -lo que además sirve para ambos sexos-y se hubiera evitado este auténtico delito penal.