1960. Comienza el drama del uranio. En esa fecha Franco inauguraba en Andújar la segunda fábrica de uranio de Europa. ideal.es. 21/02/10. Ahora que muchos pueblecitos españoles pelean para conseguir que se instalen en sus términos municipales el nuevo cementerio de residuos nucleares, es necesario volver la vista hasta el domingo 14 de febrero de 1960 -hace, pues, cincuenta años y una semana-; ese día la portada de este periódico contaba, entre otras pequeñas cosas, que «Cien mil personas asistieron al entierro del Cardenal Stepinac», que «Francia hizo estallar con éxito en el Sahara su primera bomba atómica» y sobre todo que «El Jefe del Estado inauguró la planta industrial para el tratamiento de uranio, en Andújar», lo que convertía a esta ciudad jienense en «la segunda de Europa que posee instalaciones nucleares para la paz».
Antiguas instalaciones de la Fábrica de Uranio de Andújar
Por esa portada sabemos también que febrero de 1960 padeció un temporal similar al de este año y que las lluvias y los fríos fueron continuos.Y por esa portada de IDEAL sabemos que bajo la llovizna -premonitoria llovizna, tal vez, de lo que se avecinaba para los muchos obreros de la nueva fábrica- llegó Franco a una Andújar engalanada con arcos de triunfo y banderas nacionales y falangistas a las doce de la mañana, más o menos, del sábado 13 de febrero, en compañía de una legión de ministros y de autoridades nacionales. En Andújar lo esperaban Felipe Arche, presidente de la Diputación y Jefe Provincial del Movimiento, y el alcalde Rodríguez Álvarez. Además de a ganarse el jubileo del santuario de la Virgen de la Cabeza, Franco había llegado a Andújar para inaugurar la fábrica ‘General Hernández Vidal’, destinada a producir concentrados de uranio. Así, entre himnos, plegarias y bendiciones episcopales de las instalaciones -ni el agua bendita libró a los trabajadores de su calvario, por cierto- tomaba cuerpo la aventura nuclear del franquismo, que se había iniciado 1955 con la creación de la Junta de Energía Nuclear.La fábrica de Andújar estaba destinada, en principio, a tratar los minerales de las minas descubiertas en la zona del Cabezo y alrededores, y las autoridades del régimen se encargaron muy mucho de señalar reiteradamente que era una planta nuclear destinada a fines pacíficos. En la portada de IDEAL de hace cincuenta años, José María de Leyto, enviado especial de la Dirección General de Prensa para cubrir el acto, dice que la fábrica es una «casa de labor», pero «de una labor de los tiempos de hoy, de una labor para arrancar a la tierra ese uranio que servirá, precisamente, en las más específicas y concretas tareas de la paz: aplicaciones industriales, médicas, biológicas, productoras de energía eléctrica». Pero aunque no lo dijese, el franquismo albergaba -en plena guerra fría y ya protegido por el paraguas norteamericano- la ambiciosa idea de a dotar a España de su propio arsenal nuclear. El sueño militar atómico del ejército franquista quedó finalmente en nada, pero la apuesta de Andújar fue firme y decidida. Y trágica.En la primavera de 1956 comenzaron las obras de urbanización de la zona en que se situaría la fábrica de uranio, seguidas por la construcción del Parque de Minerales y la captación de agua del Guadalquivir. La presencia de ingenieros militares en la coordinación y realización de las obras demuestra que había algo detrás de las intenciones pacíficas con que se decía montar la fábrica. En 1958 la fábrica se completa con las instalaciones de Trituración y Desmuestre, Silos y Molienda, amén de varias decenas de edificios de fabricación y similares. Y a lo largo de 1959 se instala toda la maquinaria del proceso químico, quedando listo y nuevo y reluciente todo para que Franco pudiera inaugurarlo. (Las instalaciones de la fábrica se ampliarían a lo largo de la década de 1960, en sucesivas ocasiones.)La pesadillaEl 14 de febrero de 1960 Franco inauguraba, con pompa y circunstancia, la fábrica de uranio de Andújar. En 1981 la fábrica cerraba. Tres años después, la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos comenzaba a desmontar aquellas instalaciones, en medio de unas sorprendentes medidas de seguridad, sellando con varias capas de asfalto las instalaciones y todos sus alrededores. En medio de toda esa pesadilla nuclear se quedaron atrapados decenas de hombres que habían trabajado en la fábrica y sus familias.No es fácil imaginar el estupor que sentirían los antiguos trabajadores de la fábrica cuando comprobasen el extraordinario cuidado con que se estaba desmontando aquello que a la postre resultó ser un matadero, un lento matadero. A ellos, nadie nunca les había informado de los peligros que implicaba su trabajo con el uranio, nadie les dijo que no podían lavar su ropa en casa, junto a las de sus hijos, nadie les dijo nada.Ciento veintiséis personas trabajaron en la fábrica de Andújar. En 1970 falleció el primero de ellos, y la Junta de Energía Nuclear obligó a los trabajadores a que firmaran un documento por el que garantizaban que no se sabría en el exterior lo que ocurría en sus puestos de trabajo. Sus historiales médicos fueron secuestrados durante décadas por las autoridades del Estado. En 1981 los trabajadores se encontraron con su fábrica cerrada y con una lenta degradación que los corroía por dentro, silenciosa, lenta, dolorosamente.Han transcurrido casi treinta años desde el cierre de la fábrica de Andújar. En este periodo, varias decenas de ex-trabajadores han muerto por distintos cánceres, o por enfermedades que han destruido sus pulmones o sus riñones. Los supervivientes y las familias de los fallecidos llevan muchos años luchando para que se reconozca que los trabajadores estuvieron negligentemente expuestos a radiaciones nucleares durante su vida laboral en la fábrica ‘General Hernández Vidal’, para que se reconozca que sus enfermedades son enfermedades laborales y que sus muertes son muertes laborales. Pero el esfuerzo titánico de tantos años ha sido en vano. En septiembre de 2009 los trabajadores tiraban la toalla, después de que pese a las evidencias médicas y contra el propio sentido común y la justicia, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía comenzara a fallar en contra de los trabajadores.La dictadura trató como a bestias de ensayo a los trabajadores de la fábrica de uranio. Cuando surgieron los problemas, simplemente les ordenó guardar silencio. El comportamiento de las autoridades de la dictadura no nos escandaliza: hasta cierto punto es el esperado. Pero sí escandaliza, y mucho, el cómo ha tratado la democracia a los trabajadores iliturgitanos. La democracia ha sido pródiga en palabrería y muy escueta en hechos, y el drama y los padecimientos de estos trabajadores ha generado una injusticia que tal vez sólo haya sido superada por el calvario de las víctimas de la intoxicación por aceite de colza. En ninguno de los dos casos se ha hecho justicia, pese a tanta declaración y tanto apoyo: en 2005 el respaldo unánime de los diputados a las peticiones de las víctimas del uranio; en 2006 el acuerdo entre el Ministerio de Trabajo y la Consejería de Salud para tratar conjuntamente a los enfermos; en 2008 el apoyo de la Diputación Provincial. Pero al final, los trabajadores que aún padecen enfermedades terribles, los trabajadores que se sienten condenados y esperan su turno y las viudas y los hijos de los trabajadores ya muertos se han quedado solos, abandonados, sin justicia que satisfaga o palie su sufrimiento.El sueño nuclear que tuvo el franquismo ha resultado ser una pesadilla. Pero la portada de IDEAL no podía saber eso hace 50 años.
Acto de inauguración del monumento: MEMORIA HISTORICA DE JAEN.ANDUJAR