La evidencia científica gatilló la prohibición de un insecticida.Agencia CyTA-Instituto Leloir.10/03/10. El insecticida denominado Clorpirifós fue prohibido por resolución del Ministerio de Salud de la Nación de la Argentina a raíz de una investigación realizada en la facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. El estudio puso en evidencia la capacidad de ese compuesto de generar daño en el material genético de la mosca sudamericana de la fruta.Fuente –Un trabajo de ciencia básica que estudió los efectos mutagénicos de una mezcla de dos tipos de insecticidas sobre una especie de mosca contribuyó a que se prohibiera el uso de uno de ellos –el Clorpirifós- en la Argentina por resolución del Ministerio de Salud.El estudio fue realizado por la doctora Alicia Leonor Basso de la Cátedra de Genética, de la facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y sus resultados fueron difundidos durante el mes de febrero de este año por la UBA, por el Programa Interdisciplinario sobre Cambio Climático de la UBA y por el Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo. Sigue…
“El Clorpirifós y la Cipermetrina son insecticidas de amplio espectro utilizados en la agricultura de manera extensiva. De hecho, se siguen usando en muchos países de Latinoamérica. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mezcla de estos insecticidas debería prohibirse por sus efectos tóxicos. Por ejemplo la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos tiene prohibido su empleo, a pesar de lo cual se sigue aplicando en ese país”, señaló a la Agencia CyTA la doctora Basso que realizó una investigación científica para determinar los daños que provocan esos compuestos en el desarrollo de la mosca sudamericana de la fruta Anastrepha fraterculus. Por casualidad Inicialmente, Basso y sus colegas recolectaron 55 frutos de guayabos infestados con larvas de la mosca Anastrepha fraterculus, con el propósito de estudiar su variabilidad genética en condiciones naturales. En el transcurso de los días, mientras el material era revisado periódicamente en el laboratorio, la investigadora notó que la frecuencia de ejemplares de esa mosca portadores de alteraciones era muy alta. “Íbamos encontrando larvas muertas y moscas adultas con modificaciones tales como cambios en el color de los ojos, con alas chamuscadas y con el abdomen combado, entre otras”, destacó Basso. Y agregó: “Frente a esta situación, me di cuenta que esto no podía tratarse de variabilidad natural, sino que más bien algo había ocurrido en el habitat original”. Finalmente, la investigadora supo que lindero a los arbustos de guayabos, a una distancia cercana a los 10 metros, había una parcela de 30 metros cuadrados de superficie con maíz sembrado. “El maíz había recibido tratamientos con la mezcla clorpirifós (0,6 por ciento) y Cipermetrina (0,0625 por ciento) en diferentes fechas, el 23 de enero, el 13 de marzo, el 27 de marzo y el 10 de abril de 2008”, puntualizó Basso. A los efectos de realizar comparaciones, Basso estudió el desarrollo de un grupo de larvas en frutos que no estuvieron expuestos a la mezcla de insecticidas. “Los resultados evidenciaron un altísimo grado de letalidad en los materiales que sí fueron expuestos a esos compuestos. Sobre un total de 226 pupas (estado que corresponde a la metamorfosis que lleva a los insectos del estado de larva al de adulto) recuperadas, cerca de un 9 por ciento llegó al estado adulto.” De acuerdo con el trabajo, la mezcla de ambos insecticidas afectó la cópula, la fecundidad y redujeron la ovipuesta (bajo número de huevos). “Asimismo, la segunda generación de insectos no dejó descendencia”, destacó Basso. Antes de la prohibición de Clorpirifós, la mezcla de este insecticida con Cipermetrina se empleaba en cultivos como en soja, girasol, alfalfa, tomate y de otro tipo, “pero principalmente en soja”, indicó Basso. Según señaló la investigadora y docente de la UBA, la Cipermetrina no se prohibió porque “es un insecticida no mutagénico, no cancerígeno, no teratógeno (que no tiene capacidad de provocar malformaciones congénitas) y no se acumula en tejido graso. Justamente se desarrolló buscando reemplazar los fosforados como el Clorpirifos.” El estudio dirigido por la doctora Basso puso en evidencia la genotoxicidad (capacidad para generar daño en el material genético) del Clorpirifos sobre la mosca sudamericana de la fruta. La presentación parcial de este trabajo en las II Jornadas PIUBACC y VI Simposio de la Red CYTED y la conferencia dictada en el marco del Seminario “Agroquímicos” en la Facultad de Agronomía-UBA, en Septiembre de 2009, contribuyeron a rebocar el uso de Clorpirifós en la Argentina A partir del 19 de octubre de 2009 se prohibió su uso en el país por Resolución 456/09 del Ministerio de Salud. Recuadro El Clorpirifós bajo la mira Consultado por la Agencia CyTA acerca de la prohibición del uso del Clorpirifós en la Argentina, el biólogo Raúl Alzogaray, investigador del Centro de Investigaciones de Plagas e Insecticidas (CITEDEF), señaló que esa “medida no debería sorprender. La Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), que es un organismo de referencia internacional en estos temas, hace ya varios años que recomendó no usar Clorpirifós en casas y jardines, porque su aplicación constituye un alto riesgo para los niños. La EPA restringió también su uso en agricultura, y el año pasado anunció que será necesario establecer nuevas restricciones para proteger a los salmones y a las truchas en ciertas zonas de los Estados Unidos.” Según explicó el experto, en las prácticas agrícolas a veces se aplican mezclas “caseras” de insecticidas, “pero es un error. Es muy importante no aplicar mezclas no recomendadas, porque en la gran mayoría de los casos se desconoce cuál será el resultado que, por otra parte, es muy difícil de predecir. La mezcla puede ser más tóxica, menos tóxica o igual de tóxica que sus componentes aplicados en forma individual. Si es menos tóxica, no tiene sentido aplicar la mezcla. Si es más tóxica, puede ser muy efectiva para controlar a las plagas, pero también implica un mayor riesgo para los seres humanos y para los organismos que no son plagas.