Deborah Tasat (izq.), Francisco Astort , Nadia Orona y Guillermo Maglione, del Centro de Estudios en Salud y Medio Ambiente de la Universidad Nacional de San Martín.Un estudio de científicos argentinos revela que el efecto nocivo del aire contaminado de las ciudades a nivel cardíaco no solo es consecuencia de la acción directa de las partículas sobre el corazón, sino que depende también especialmente de la inflamación pulmonar generada por su inhalación. “El hallazgo podría tener implicancias terapéuticas para personas expuestas a la contaminación aérea”, afirmó a la Agencia CyTA-Leloir la directora del avance, la doctora Deborah Tasat, jefa de laboratorio del Centro de Estudios en Salud y Medio Ambiente (CESyMA) de la Universidad Nacional de San Martín e investigadora de la UBA. La polución del aire es un factor de riesgo cardiovascular conocido. Se calcula que produce por año casi 800.000 muertes adicionales en Europa, de las cuales entre 40 y 80 por ciento son por infartos o accidentes cerebrovasculares. Sin embargo, el mecanismo del daño no estaba del todo dilucidado. Ahora, tal como revela la revista “Cardiovascular Toxicology”, Nadia Orona, autora principal del trabajo e investigadora del CESyMA, y colegas hicieron diferentes experimentos in vitro para aportar nuevas pistas. Por un lado, para medir el daño directo de la contaminación, expusieron a células cardíacas HL-1 (cardiomiocitos) a dos tipos de contaminantes ambientales: partículas aéreas de la Ciudad de Buenos Aires procedentes de vehículos y cenizas residuales de la combustión del petróleo de origen industrial. Para medir el efecto indirecto, en cambio, los investigadores expusieron a células del sistema inmune del pulmón, llamadas macrófagos alveolares a esas partículas, lo que generó procesos inflamatorios, desbalance oxidativo y liberación de mediadores celulares. Acto seguido, los investigadores aplicaron esos mediadores inflamatorios y oxidativos, que en el organismo viajan por la sangre hasta el corazón, a los cardiomiocitos y observaron efectos perjudiciales. “Principalmente encontramos que los cardiomiocitos expuestos indirectamente a las partículas aéreas mostraron una reducción del metabolismo celular, y una inhibición de la respuesta antioxidante”, explicó Orona, investigadora del CONICET en el grupo de Tasat. Del estudio también participaron Francisco Astort, del CONICET y del CESyMA; Guillermo Maglione, del CESyMA y de la UBA; y Juan Sebastián Yakisich, de la Universidad Hampton, en Estados Unidos.